El arte inclusivo son todas aquellas disciplinas artísticas que trabajan la inclusión en los lugares más recónditos del alma humana.

20/10/10

Teoría del duende, de F. G. Lorca

Aquí va uno de los textos más bellos de Federico García Lorca hablando del duende y sus apariciones, espero que os guste;
Señoras y señores:
El duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: "El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies". Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto.
El duende de que hablo, oscuro y estremecido, es descendiente de aquel alegrísimo demonio de Sócrates, mármol y sal que lo arañó indignado el día en que tomó la cicuta, y del otro melancólico demonillo de Descartes, pequeño como almendra verde, que, harto de círculos y líneas, salió por los canales para oír cantar a los marineros borrachos.
Todo hombre, todo artista llamará Nietzsche, cada escala que sube en la torre de su perfección es a costa de la lucha que sostiene con un duende, no con un ángel, como se ha dicho, ni con su musa. Es preciso hacer esa distinción fundamental para la raíz de la obra.
El ángel guía y regala como San Rafael, defiende y evita como San Miguel, y previene como San Gabriel.
El ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningún esfuerzo, realiza su obra o su simpatía o su danza. El ángel del camino de Damasco y el que entró por las rendijas del balconcillo de Asís, o el que sigue los pasos de Enrique Susson, ordena y no hay modo de oponerse a sus luces, porque agita sus alas de acero en el ambiente del predestinado.
La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla. Puede relativamente poco, porque ya está lejana y tan cansada (yo la he visto dos veces), que tuve que ponerle medio corazón de mármol. Los poetas de musa oyen voces y no saben dónde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los merienda. Como en el caso de Apollinaire, gran poeta destruido por la horrible musa con que lo pintó el divino angélico Rousseau. La musa despierta la inteligencia, trae paisaje de columnas y falso sabor de laureles, y la inteligencia es muchas veces la enemiga de la poesía, porque imita demasiado, porque eleva al poeta en un bono de agudas aristas y le hace olvidar que de pronto se lo pueden comer las hormigas o le puede caer en la cabeza una gran langosta de arsénico, contra la cual no pueden las musas que hay en los monóculos o en la rosa de tibia laca del pequeño salón.
Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas (Hesíodo aprendió de ellas). Pan de oro o pliegue de túnicas, el poeta recibe normas en su bosquecillo de laureles. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre.
Y rechazar al ángel y dar un puntapié a la musa, y perder el miedo a la fragancia de violetas que exhale la poesía del siglo XVIII y al gran telescopio en cuyos cristales se duerme la musa enferma de límites.
Para buscar al duende no hay mapa ni ejercicio. Solo se sabe que quema la sangre como un tópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos, que hace que Goya, maestro en los grises, en los platas y en los rosas de la mejor pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puños con horribles negros de betún; o que desnuda a Mosén Cinto Verdaguer con el frío de los Pirineos, o lleva a Jorge Manrique a esperar a la muerte en el páramo de Ocaña, o viste con un traje verde de saltimbanqui el cuerpo delicado de Rimbaud, o pone ojos de pez muerto al conde Lautréamont en la madrugada del boulevard.
Los grandes artistas del sur de España, gitanos o flamencos, ya canten, ya bailen, ya toquen, saben que no es posible ninguna emoción sin la llegada del duende. Ellos engañan a la gente y pueden dar sensación de duende sin haberlo, como os engañan todos los días autores o pintores o modistas literarios sin duende; pero basta fijarse un poco, y no dejarse llevar por la indiferencia, para descubrir la trampa y hacerle huir con su burdo artificio.
La Niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la estaba oyendo gente exquisita que no pedía formas, sino tuétano de formas, música pura con el cuerpo sucinto para poder mantenerse en el aire. Se tuvo que empobrecer de facultades y de seguridades; es decir, tuvo que alejar a su musa y quedarse desamparada, que su duende viniera y se dignara luchar a brazo partido. ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz era un chorro de sangre digna por su dolor y su sinceridad, y se abría como una mano de diez dedos por los pies clavados, pero llenos de borrasca, de un Cristo de Juan de Juni.
La llegada del duende presupone siempre un cambio radical en todas las formas sobre planos viejos, da sensaciones de frescura totalmente inéditas, con una calidad de rosa recién creada, de milagro, que llega a producir un entusiasmo casi religioso.
En toda la música árabe, danza, canción o elegía, la llegada del duende es saludada con enérgicos "¡Alá, Alá!", "¡Dios, Dios!", tan cerca del "¡Olé!" de los toros, que quién sabe si será lo mismo; y en todos los cantos del sur de España la aparición del duende es seguida por sinceros gritos de "¡Viva Dios!", profundo, humano, tierno grito de una comunicación con Dios por medio de los cinco sentidos, gracias al duende que agita la voz y el cuerpo de la bailarina, evasión real y poética de este mundo, tan pura como la conseguida por el rarísimo poeta del XVII Pedro Soto de Rojas a través de siete jardines o la de Juan Calímaco por una temblorosa escala de llanto.
Naturalmente, cuando esa evasión está lograda, todos sienten sus efectos: el iniciado, viendo cómo el estilo vence a una materia pobre, y el ignorante, en el no sé qué de una autentica emoción. Hace años, en un concurso de baile de Jerez de la Frontera se llevó el premio una vieja de ochenta años contra hermosas mujeres y muchachas con la cintura de agua, por el solo hecho de levantar los brazos, erguir la cabeza y dar un golpe con el pie sobre el tabladillo; pero en la reunión de musas y de ángeles que había allí, bellezas de forma y bellezas de sonrisa, tenía que ganar y ganó aquel duende moribundo que arrastraba por el suelo sus alas de cuchillos oxidados.
Todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto.
Muchas veces el duende del músico pasa al duende del intérprete y otras veces, cuando el músico o el poeta no son tales, el duende del intérprete, y esto es interesante, crea una nueva maravilla que tiene en la apariencia, nada más, la forma primitiva. Tal el caso de la enduendada Eleonora Duse, que buscaba obras fracasadas para hacerlas triunfar, gracias a lo que ella inventaba, o el caso de Paganini, explicado por Goethe, que hacía oír melodías profundas de verdaderas vulgaridades, o el caso de una deliciosa muchacha del Puerto de Santa María, a quien yo le vi cantar y bailar el horroroso cuplé italiano O Mari!, con unos ritmos, unos silencios y una intención que hacían de la pacotilla italiana una aura serpiente de oro levantado. Lo que pasaba era que, efectivamente, encontraban alguna cosa nueva que nada tenía que ver con lo anterior, que ponían sangre viva y ciencia sobre cuerpos vacíos de expresión.
Todas las artes, y aun los países, tienen capacidad de duende, de ángel y de musa; y así como Alemania tiene, con excepciones, musa, y la Italia tiene permanentemente ángel, España está en todos tiempos movida por el duende, como país de música y danza milenaria, donde el duende exprime limones de madrugada, y como país de muerte, como país abierto a la muerte.
Cuando la musa ve llegar a la muerte cierra la puerta o levanta un plinto o pasea una urna y escribe un epitafio con mano de cera, pero en seguida vuelve a rasgar su laurel con un silencio que vacila entre dos brisas. Bajo el arco truncado de la oda, ella junta con sentido fúnebre las flores exactas que pintaron los italianos del xv y llama al seguro gallo de Lucrecio para que espante sombras imprevistas.
Cuando ve llegar a la muerte, el ángel vuela en círculos lentos y teje con lágrimas de hielo y narciso la elegía que hemos visto temblar en las manos de Keats, y en las de Villasandino, y en las de Herrera, y en las de Bécquer y en las de Juan Ramón Jiménez. Pero ¡qué horror el del ángel si siente una arena, por diminuta que sea, sobre su tierno pie rosado!
En cambio, el duende no llega si no ve posibilidad de muerte, si no sabe que ha de rondar su casa, si no tiene seguridad de que ha de mecer esas ramas que todos llevamos y que no tienen, que no tendrán consuelo.
Con idea, con sonido o con gesto, el duende gusta de los bordes del pozo en franca lucha con el creador. Ángel y musa se escapan con violín o compás, y el duende hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre.
La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran, porque con duende es más fácil amar, comprender, y es seguro ser amado, ser comprendido, y esta lucha por la expresión y por la comunicación de la expresión adquiere a veces, en poesía, caracteres mortales.
Recordad el caso de la flamenquísima y enduendada Santa Teresa, flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases magníficos, que lo hizo; no por presumir de guapa delante de fray Juan de la Miseria ni por darle una bofetada al Nuncio de Su Santidad, sino por ser una de las pocas criaturas cuyo duende (no cuyo ángel, porque el ángel no ataca nunca) la traspasa con un dardo, queriendo matarla por haberle quitado su último secreto, el puente sutil que une los cinco sentidos con ese centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo.
Valentísima vencedora del duende, y caso contrario al de Felipe de Austria, que, ansiando buscar musa y ángel en la teología, se vio aprisionado por el duende de los ardores fríos en esa obra de El Escorial, donde la geometría limita con el sueño y donde el duende se pone careta de musa para eterno castigo del gran rey.
Hemos dicho que el duende ama el borde, la herida, y se acerca a los sitios donde las formas se funden en un anhelo superior a sus expresiones visibles.
En España (como en los pueblos de Oriente, donde la danza es expresión religiosa) tiene el duende un campo sin límites sobre los cuerpos de las bailarinas de Cádiz, elogiadas por Marcial, sobre los pechos de los que cantan, elogiados por Juvenal, y en toda la liturgia de los toros, auténtico drama religioso donde, de la misma manera que en la misa, se adore y se sacrifica a un Dios.
Parece como si todo el duende del mundo clásico se agolpara en esta fiesta perfecta, exponente de la cultura y de la gran sensibilidad de un pueblo que descubre en el hombre sus mejores iras, sus mejores bilis y su mejor llanto. Ni en el baile español ni en los toros se divierte nadie; el duende se encarga de hacer sufrir por medio del drama, sobre formas vivas, y prepara las escaleras para una evasión de la realidad que circunda.
El duende opera sobre el cuerpo de la bailarina como el aire sobre la arena. Convierte con mágico poder una muchacha en paralítica de la luna, o llena de rubores adolescentes a un viejo roto que pide limosna por las tiendas de vino, da con una cabellera olor de puerto nocturno, y en todo momento opera sobre los brazos con expresiones que son madres de la danza de todos los tiempos.
Pero imposible repetirse nunca, esto es muy interesante de subrayar. El duende no se repite, como no se repiten las formas del mar en la borrasca.
En los toros adquiere sus acentos más impresionantes, porque tiene que luchar, por un lado, con la muerte, que puede destruirlo, y por otro lado, con la geometría, con la medida, base fundamental de la fiesta.
El toro tiene su órbita; el torero, la suya, y entre órbita y órbita un punto de peligro donde está el vértice del terrible juego.
Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística.
El torero que asusta al público en la plaza con su temeridad no torea, sino que está en ese plano ridículo, al alcance de cualquier hombre, de jugarse la vida; en cambio, el torero mordido por el duende da una lección de música pitagórica y hace olvidar que tira constantemente el corazón sobre los cuernos.
Lagartijo con su duende romano, Joselito con su duende judío, Belmonte con su duende barroco y Cagancho con su duende gitano, enseñan, desde el crepúsculo del anillo, a poetas, pintores y músicos, cuatro grandes caminos de la tradición española.
España es el único país donde la muerte es el espectáculo nacional, donde la muerte toca largos clarines a la llegada de las primaveras, y su arte está siempre regido por un duende agudo que le ha dado su diferencia y su calidad de invención.
El duende que llena de sangre, por vez primera en la escultura, las mejillas de los santos del maestro Mateo de Compostela, es el mismo que hace gemir a San Juan de la Cruz o quema ninfas desnudas por los sonetos religiosos de Lope.
El duende que levanta la torre de Sahagún o trabaja calientes ladrillos en Calatayud o Teruel es el mismo que rompe las nubes del Greco y echa a rodar a puntapiés alguaciles de Quevedo y quimeras de Goya.
Cuando llueve saca a Velázquez enduendado, en secreto, detrás de sus grises monárquicos; cuando nieva hace salir a Herrera desnudo para demostrar que el frío no mata; cuando arde, mete en sus llamas a Berruguete y le hace inventar un nuevo espacio para la escultura.
La musa de Góngora y el ángel de Garcilaso han de soltar la guirnalda de laurel cuando pasa el duende de San Juan de la Cruz, cuando
El ciervo vulnerado
por el otero asoma.
La musa de Gonzalo de Berceo y el ángel del Arcipreste de Hita se han de apartar para dejar paso a Jorge Manrique cuando llega herido de muerte a las puertas del castillo de Belmonte. La musa de Gregorio Hernández y el ángel de José de Mora han de alejarse para que cruce el duende que llora lágrimas de sangre de Mena y el duende con cabeza de toro asirio de Martínez Montañés, como la melancólica musa de Cataluña y el ángel mojado de Galicia han de mirar, con amoroso asombro, al duende de Castilla, tan lejos del pan caliente y de la dulcísima vaca que pasta con normas de cielo barrido y sierra seca.
Duende de Quevedo y duende de Cervantes, con verdes anémonas de fósforo el uno, y flores de yeso de Ruidera el otro, coronan el retablo del duende de España. Cada arte tiene, como es natural, un duende de modo y forma distinta, pero todos unen raíces en un punto de donde manan los sonidos negros de Manuel Torres, materia última y fondo común incontrolable y estremecido de leño, son, tela y vocablo. Sonidos negros detrás de los cuales están ya en tierna intimidad los volcanes, las hormigas, los céfiros y la gran noche apretándose la cintura con la Vía láctea.
La musa permanece quieta; puede tener la túnica de pequeños pliegues o los ojos de vaca que miran en Pompeya a la narizota de cuatro caras con que su gran amigo Picasso la ha pintado. El ángel puede agitar cabellos de Antonello de Mesina, túnica de Lippi y violín de Massolino o de Rousseau.
El duende... ¿Dónde está el duende? Por el arco vacío entra un aire mental que sopla con insistencia sobre las cabezas de los muertos, en busca de nuevos paisajes y acentos ignorados: un aire con olor de saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas.

18/10/10

¿Para que improvisa el actor?

La improvisación es un valioso recurso en la actuación, que estimula la creatividad de los actores, tanto en las habilidades del pensamiento, como las expresiones corporales. La improvisación está al comienzo de toda creación y es aplicable a todo lo que se hace, ya que toda acción puede realizarse como un trabajo penoso, como un oficio o como un arte. La improvisación es un trabajo pactado entre una o varias personas, con la peculiaridad de dejar que los sentimientos fluyan por el alma, olvidándonos de la parte racional durante el tiempo que dure el ejercicio.


La improvisación es un recurso que nos ayuda a desarrollar nuestra capacidad interpretativa. Es una exploración de la subjetividad. En algunas ocasiones puede utilizarse esta palabra de modo descalificativo para aquellas actuaciones con falta de profesionalidad, pero puede expresarse como una unidad técnica y teórica, debido a que no podemos olvidarnos de seis elementos fundamentales: Espacio, vínculo, deseo, circunstancias, emergencia y estado.
El espacio nos ayudará a situar la actividad, donde se encuentran la o las personas que van a desarrollar la acción, donde sus deseos van a entrar en conflicto. Debemos hacernos cargo de los elementos que crean nuestro espacio, por ello, normalmente, resulta más fácil el llevar un objeto que nos vincule con nuestra vida personal. El vínculo nos ayudará a establecer la relación entre las personas que van a desarrollar el ejercicio. Cada una de ellas deberá tener presente cual es su deseo, deseo que deberá llevar al limite para poder alcanzarlo con éxito. Dicho deseo debe pasar por las personas que están realizando el ejercicio, ya que, si no, la improvisación finalizaría en el momento en el que cada uno consiguiese su objetivo, sin haber entrado en conflicto. El objetivo principal de la improvisación es el juego reglado y la exploración de contenidos, emociones y sentimientos. Circunstancias, “yo soy yo y mis circunstancias”. Emergencia; la improvisación, mas bien consiste en la habilidad para hacer una tarea escénica pronto y sin previa preparación, de ahí que los deseos de los participantes deban resolverse con inmediatez. El estado; es el actor quien debe crearse su propio estado físico y psíquico.

El “aquí y ahora” juega una gran importancia en la improvisación. El actor debe estar preparado para cualquier incidencia en escena, no podemos olvidarnos que no hay nada predecible y perfecto. Todo esto nos lo enseña la improvisación. Una improvisación, si mil veces se hiciese, mil veces sería distinta.

La improvisación te permite desplegar un universo entero completo de sensaciones, nunca podemos olvidarnos que en escena “somos antes que actuamos”. 

En la improvisación no podemos olvidarnos del compañero o compañeros, siendo generosos con los mismos, porque aunque parezca increíble gracias a su comportamiento o comportamientos una improvisación puede hacerte transitar por sensaciones jamás descubiertas y habilitadas por nosotros mismos. El actor es aquel que es capaz de crear, el que tiene que conocerse a si mismo y aunque en ocasiones te cause rabia, dolor, impotencia... tan solo es el principio de una larga trayectoria.

15/10/10

Manuel Alexandre ha muerto

...y desde estas páginas yo un fiel servidor del arte rindo homenaje y pleitesía a uno de los grandes Manuel Alexandre, Actor de fieles principios para una época de incertidumbres y desorden, interprete y maestro de hacernos creer que los sentimientos y verdades de un autor eran auténticos y reales, paseante de emociones, acciones, situaciones, hacedor de palabras ajenas, gesticulador de comas y puntos, amante de la sutil cuarta pared que marca el espectador, genio y figura de las pausas dramáticas.

A ti Manuel Alexandre, te recordaran las musas y las hadas de los teatros, y el polvo de las tablas se mezclará con las cenizas de tu cuerpo, 

Adios Manuel 
Adios Alexsandre

13/10/10

Conferencia sobre Teatro de F. G. Lorca

Hoy he leído una conferencia que hizo Federico García Lorca sobre lo que el pensaba que era el teatro y me he quedado sorprendido por tan acertada descripción y me gustaría compartirla con vosotros, espero que os guste:
El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso.
Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera.
El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre.
Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido, histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro, sino sala de juego o sitio para hacer esa horrible cosa que se llama "matar el tiempo".
No me refiero a nadie ni quiero herir a nadie; no hablo de la realidad viva, sino del problema planteado sin solución.
Yo oigo todos los días, queridos amigos, hablar de la crisis del teatro, y siempre pienso que el mal no está delante de nuestros ojos, sino en lo más oscuro de su esencia; no es un mal de flor actual, o sea de obra, sino de profunda raíz, que es, en suma, un mal de organización.
Mientras que actores y autores estén en manos de empresas absolutamente comerciales, libres y sin control literario ni estatal de ninguna especie, empresas ayunas de todo criterio y sin garantía de ninguna clase, actores, autores y el teatro entero se hundirá cada día más, sin salvación posible.
El delicioso teatro ligero de revistas, vodevil y comedia bufa, géneros de los que soy aficionado espectador, podría defenderse y aun salvarse; pero el teatro en verso, el género histórico y la llamada zarzuela hispánica sufrirán cada día más reveses, porque son géneros que exigen mucho y donde caben las innovaciones verdaderas, y no hay autoridad ni espíritu de sacrificio para imponerlas a un público al que hay que domar con altura y contradecirlo y atacarlo en muchas ocasiones.
El teatro se debe imponer al público y no el público al teatro. Para eso, autores y actores deben revestirse, a costa de sangre, de gran autoridad, porque el público de teatro es como los niños en las escuelas: adora al maestro grave y austero que exige y hace justicia, y llena de crueles agujas las sillas donde se sientan los maestros tímidos y adulones, que ni enseñan ni dejan enseñar.
Al público se le puede enseñar, conste que digo público, no pueblo; se le puede enseñar, porque yo he visto patear a Debussy y a Ravel hace años, y he asistido después a las clamorosas ovaciones que un público popular hacía a las obras antes rechazadas.
Estos autores fueron impuestos por un alto criterio de autoridad superior al del público corriente, como Wedekind en Alemania y Pirandello en Italia, y tantos otros.
Hay necesidad de hacer esto para bien del teatro y para gloria y jerarquía de los intérpretes. Hay que mantener actitudes dignas, en la seguridad de que serán recompensadas con creces.
Lo contrario es temblar de miedo detrás de las bambalinas y matar las fantasías, la imaginación y la gracia del teatro, que es siempre, siempre, un arte, y será siempre un arte excelso, aunque haya habido una época en que se llamaba arte a todo lo que nos gustaba, para rebajar la atmósfera, para destruir la poesía y hacer de la escena un puerto de arrebatacapas.
Arte por encima de todo. Arte nobilísimo, y vosotros, queridos actores, artistas por encima de todo. Artistas de pies a cabeza, puesto que por amor y vocación habéis subido al mundo fingido y doloroso de las tablas. Artistas por ocupación y preocupación.
Desde el teatro más modesto al más encumbrado se debe escribir la palabra "Arte" en salas y camerinos, porque si no vamos a tener que poner la palabra "Comercio" o alguna otra que no me atrevo a decir.
Y jerarquía, disciplina y sacrificio y amor. No quiero daros una lección, porque me encuentro en condiciones de recibirlas.
Mis palabras las dicta el entusiasmo y la seguridad. No soy un iluso. He pensado mucho, y con frialdad, lo que pienso, y, como buen andaluz, poseo el secreto de la frialdad porque tengo sangre antigua.
Yo sé que la verdad no la tiene el que dice "hoy, hoy, hoy" comiendo su pan junto a la lumbre, sino el que serenamente mira a lo lejos la primera luz en la alborada del campo.
Yo sé que no tiene razón el que dice: "Ahora mismo, ahora, ahora" con los ojos puestos en las pequeñas fauces de la taquilla, sino el que dice "Mañana, mañana, mañana" y siente llegar la nueva vida que se cierne sobre el mundo.

11/10/10

Manu Medina conoce a Gil Parrondo

A continuación os mostraré un artículo sobre Gil Parrondo un director de Arte con el que yo tuve el placer de trabajar en los espectáculo Tres Sombreros de Copa, y Marido de ida y vuelta, entre otros.
Parrondo participa como director de arte en películas estadounidenses como; Doctor Zhivago, Patton y Nicolás y Alejandra (con estas dos últimas obtuvo dos premios Óscar).
Apenas tuvo que abandonar España para triunfar en Hollywood. Gil Parrondo, decorador y director de arte que comparte con Almodóvar el hito de ser el único español con dos Oscar, reconoce que, de haberse alejado durante mucho tiempo de España para trabajar fuera, "hubiera sentido nostalgia hasta de las cosas malas que tenemos en el país".
Ha sido durante décadas imprescindible en las grandes coproducciones internacionales, desde que Orson Welles le citara en el Hotel Palace de Madrid en 1954. El cineasta se presentó ante Parrondo "con ese aire teatral que empleaba para epatar". Minutos después, tras haberle hecho dibujar de forma improvisada un decorado en una hoja de papel, el estadounidense le pedía que trabajara con él en 'Mr. Arkadin'. Decisión que tomó "guiándose por su instinto, como el genio que era", recuerda honrado este madrileño nacido en Asturias.
"Las películas de Hollywood nos transportaban a mundos que no podíamos soñar"
'Rey de reyes', 'Lawrence de Arabia' o 'Patton', por la que obtuvo su primera estatuilla dorada en 1970, encontraron parte de sus localizaciones en España, en concreto en Almería. La ciudad andaluza agradece ahora a Gil Parrondo en su festival de cine.
Mitos del cine
Cineastas como Stanley Kubrick o David Lean y el maestro de los efectos especiales Ray Harryhausen son algunos de los mitos del celuloide con los que ha coincidido. A este último lo recuerda como "un hombre mágico que nos trajo una nueva visión del cine. Además, como yo, sigue lleno de ilusión por sus nuevos proyectos".

8/10/10

Te hago una pregunta

Hace poco he leído una frase que me dio mucho que pensar y es la siguiente:

Todos los seres humanos estamos hechos de la misma pasta,
pero no con el mismo molde,

y a ti esta reflexión que te sugiere.

6/10/10

La Vanidad ¿es necesaria?

Tal vez esta sea la manera de poder decir sin miedo lo que a un actor le pasa, tanto cuando está trabajando como cuando no lo está, me gustaría que este blog sea la puerta para hablar sin tapujos de los problemas verdaderos de los actores.
Uno de los grandes dificultades que sufro tanto en mi como en otros compañeros es el lastre de las vanidades, si, he dicho vanidades. El otro día una directora de teatro muy conocida me aseguró que para ser actor hay que ser bastante vanidoso, a lo que yo le respondí que yo no creo en esa afirmación es más, creo y afirmo que para ser un gran actor tienes que ser un gran creativo. 
Y desde aquí y desde estas páginas recuerdo a todos los interpretes que la interpretación y la cultura van de la mano, cuanto más sepamos mas libre seremos, y menos engaños sufriremos, ser actor, interprete, creador es lo mismo que ser un buen carpintero, pintor, etc.

4/10/10

Federico García Lorca

Escucharlo y veréis que vello es:

Si Federico levantara la cabeza se quedaría sentado y embelesado escuchando palabras tan hermosas.


Si Federico levantara la cabeza se quedaría embelesado de escuchar palabras tan hermosas

1/10/10

Dificultades por delante


hay que ver cuantas dificultades aparecen cuando te lanzas a formar una compañía de teatro, desde la búsqueda del escenógrafo, hasta encajar tiempos de ensayos, problemas con el acoplamiento de las distintas disciplinas artísticas, contratiempos, horarios, disponibilidades, toda una amalgama de entresijos que solo se solventan con rigor y paciencia, mucha paciencia, muchas veces y en este caso como director debo y tengo que marcar el ritmo y todo a favor del espectáculo y de la fecha de estreno, a veces me encuentro que tengo que sugerir y casi imponiendo una vuelta de tuerca más, y claro está teniendo en cuenta las dificultades de cada uno de los componentes de la Compañía.

Esto es una prueba de fuego, fuego que por otra parte deseo que siga encendido.

29/9/10

Decir y hacer

Hace unos días recibí un correo de una persona muy especial que he conocido hace poco, que me hizo reflexionar sobre lo que digo y lo que hago y he llegado a la conclusión, que si dichas palabras no van de la mano no valen de nada, "decir y  hacer" si no concuerdan parece que te partes por dentro que, da lo mismo engañar a otros, ya que cuando te encuentras solo y al final del día, como no haya sido coherente, y la mentira, y por lo tanto la angustia se apoderan de mi, y no me deja dormir, el sufrimiento es doloroso, y yo no quiero dolerme más y al final del día y después de mucho tiempo juntando las manos y delante de  mi reflejo, encuentro y descubro cuales son los motivos de esa mentira, de esa falta de coherencia, y unas veces me hace reír y seguir caminando y en otras me hace plantearme un reto más, hay una reflexión Budista que habla de que , "el deseo mundano es el camino de la iluminación" y yo creo fielmente en ello y llegará un día que seamos inquebrantables y flexibles como la caña de bambú. y ese día no me vale que venga en el futuro, ese día está viniendo poco a poco y está llegando "ahora" sin esperar a mañana.

...y estoy seguro que en ese "poco a poco" el interprete el verdadero artista estará en el sitio que le corresponda, de la mano y acompañado por las musas, por los duendes de la creación y delante del público y transformándome y por ende transformando al público, porque de eso se trata de cambiar de aligerarse de equipaje.

...y a ti amigo del Japón que hablas muy bien español, gracias y gracias por que tu correo me ayuda a saber más, me estimulas a la reflexión, en definitiva, me ayudas a caminar a vivir mejor.

Recuerdo un poema de Antonio Machado que se suma a lo que escribo en este artículo y es el siguiente

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

27/9/10

Actor y Público


Tres factores integran el teatro: el público, el actor y el autor teatral.
Si uno de estos tres factores es más débil que los demás, se produce un desequilibrio que amenaza seriamente la labor artística del teatro. De ahí proviene, en realidad, toda crisis teatral: de la deficiencia o ausencia de uno de esos tres factores.
Del público nació el teatro. Del pueblo, reunido para celebrar sus ritos religiosos, salvaje y lleno de un estático arrebato, se destacó uno, el que bailaba en honor del dios o —como en el caso del teatro griego— el que cantaba algún himno en honor de Dioniso.
El público, tanto en aquellos remotos tiempos como en la actualidad, sigue siendo una multitud que se reúne para determinado fin, para un propósito común: antes, para adorar a su dios, festejarlo, alabarlo, implorar su benevolencia; hoy, para gozar de un espectáculo artístico determinado. En ambos casos, la multitud deja de ser simplemente un grupo de gente para fundirse en un alma colectiva con todas sus inherentes características: desaparición del individuo como tal, notable aumento de las emociones y sensible disminución de la inteligencia individual.
 Este mismo fenómeno observamos todos los días en los mítines o en las asambleas de carácter político, en donde tanto las personas cultas como las incultas pierden igualmente su capacidad crítica, siempre que el orador sepa cautivar a su auditorio o —en el caso del teatro— que la representación logre ilusionar al público. La misma circunstancia se produce en las representaciones de farsas y zarzuelas, donde el público se ríe de buena gana de malos y gastados chistes, así como tampoco nota las equivocaciones en que incurren los actores mientras éstos no se corrigen.
Cuando a una representación asiste poco público o un público difícil y frío, y no se logra formar un alma colectiva, el actor lo experimenta en seguida, y no es capaz de desarrollar el mismo trabajo artístico que cuando se enfrenta con un público que «responde».
¿En qué consiste el goce estético del público? ¿Podemos experimentarlo si sabemos que lo que se desarrolla delante de nuestros ojos es la realidad? Captamos emocionalmente un mundo de ficción, estéticamente válido. Vemos en las tablas una imagen de la vida, pero no la vida misma. De otra suerte, el teatro no tendría ninguna importancia estética, no sería arte.
El goce estético que experimenta el espectador consiste en una continua curva: ilusión-desilusión-engaño-desengaño. Hay elementos propicios a la ilusión (reales), y elementos no propicios (artificiales). Desde luego, en un espectador dominarán, de acuerdo con su temperamento, los elementos de ilusión; en otro, los de desilusión; pero de ninguna manera puede ser finalidad estética del teatro una proyección sentimental total. Porque «el mundo ficticio tiene solamente la importancia de provocar el funcionamiento del alma», y «por mucho que un suceso escénico nos impresione como real, jamás perderemos la conciencia de la ilusión». O como lo formuló san Agustín en sólo dos palabras: el espectador «goza llorando».
Estas ideas 'fueron ya' objeto de preocupación de los autores contemporáneos del teatro clásico griego. Así, Gorgias decía de la tragedia: «Es un engaño, en donde el que engaña parece más justo que el que no engaña, y el engañado, más sabio que el no engañado».
Sin embargo, podemos observar una franca disminución en la capacidad de ilusión del público. En el ‘siglo de oro bastaban ocho versos de Lope para crear en el espectador de La discreta enamorada toda la sensación del prado de San Jerónimo, de noche, con toda su fragancia, su frescura, sus encantos; y con la misma facilidad logra Shakespeare en El sueño de una noche de verano el ambiente misterioso del ‘bosque de Atenas poblado por Oberón y su reino mágico. Hoy necesitamos de todos los recursos técnicos: decorados, foro giratorio, carros, iluminación, vestuario, para lograr un efecto en nuestro público, quizá menor que en tiempos de Lope, que sólo disponía de sus versos, los actores y una tarima.
La participación activa del público en el espectáculo ha declinado lamentablemente; la imaginación se ha vuelto forzosamente más débil, más pobre. El teatro realista había ya contribuido grandemente a esa evolución inevitable, aunque en mucho menor proporción que el cine o la televisión qué libera al público de todo esfuerzo mental. La cámara guía la atención del espectador, mostrándole sólo aquello en que debe fijarse. La participación del público es completamente pasiva. En consecuencia, un público así viciado encuentra forzosamente fatigosa una representación teatral, por buena que sea, porque no está, ya capacitado para tomar parte activa en ella. Ya vemos aquí en qué consiste el desequilibrio teatral: ante todo, en la falta de un público capaz de gozar de una representación escénica. Tanto el teatro épico como el de la crueldad y del absurdo han tratado de sacar al público de su letargo al envolverlo en la acción misma, al hacerlo participar en forma activa del espectáculo. Aquí es donde el teatro rompe definitivamente los moldes convencionales.
Según hemos visto, del público primitivo salió el primer actor, que improvisó, ante su auditorio, lo que se proponía decir. Aunque el teatro improvisado ha seguido subsistiendo en múltiples. El actor moderno, seguro de sus medios de expresión, no puede desligarse ya de la labor del dramaturgo que le suministra la base para su trabajo artístico. La finalidad del teatro es, pues, la escenificación del drama.

24/9/10

¿Teatro, que es eso?


Los diccionarios coinciden en dar al vocablo TEATRO el siguiente significado:

Escenario- Sitio destinado a la representación de composiciones dramáticas y otros espectáculos públicos.

Práctica de arte teatral- Conjunto de dramas de un país o de un autor.
Sin embargo, estos significados, basados en la etimología (en griego mirador) permanecen en un plano denotativo.
El teatro, en su esencia, es algo más que un edificio, un escenario, una actividad o una serie de obras similares en su distribución externa. Para que exista se necesitan una obra dramática, personas que la representen y espectadores que la sientan como una realidad a pesar de su carácter de ficción.
Estos elementos no significan suma. Todo lo contrario. El Teatro es una síntesis sustancial del texto, actores y público.
El texto, escrito para su representación, implica un autor que ha pensado en los personajes, que actúan en un escenario, y en un público, con el deseo de producir ciertos efectos.
Los actores, al adoptar la vida de ficción, se identifican con los personajes del drama, materializan seres imaginarios. Así nacen Hamlet, Segismundo, Tartufo, pero su realidad depende de la interpretación de aquellos que los vivifican.
El público, diverso en cuanto a las motivaciones que lo llevan al teatro, debe encontrar un deleite peculiar, para que la obra cumpla sus fines.
Solo la función del texto, actores, público en todo produce el hecho teatral.

22/9/10

El Teatro Trasformador

Constantemente en mi cabeza me surge la misma pregunta, ¿como puedo hacer para llegar a conseguir que el trabajo que desarrollo me lleve a las mas altas esferas de la felicidad?.
Hace ya mucho tiempo viajé desde una isla a esta ciudad para atrapar un sueño, el sueño de compartir con el público las pasiones humanas, mis reflexiones, mis angustias, esosizar mis miedos, transformar mi vida. El escenario me ayuda a vaciarme, a quedarme sin nada, a caminar ligero.

Y por el camino me aparecen dudas, los deseos de los demás me confunden y he creído por momentos que los sueños de los otros son mis sueños, pero al final estos se me han convertido en pesadillas.
El gran reto de mi vida, el teatro. (entre otros) Esta es una profesión un tanto extraña, muchas veces nos confundimos con buscar en el escenario la aceptación del que nos ve, la ansiedad de la aprobación, la búsqueda del reconocimiento, unas veces, porque somos guapos, otras porque somos resolutibos, otras porque somos los más listos del mundo..., y otras y muchas veces, no se sabe el porqué, y cada vez nos alejamos mas del eje central de la misión del interprete, "La transformación".

Y he dicho bien "La transformación" porque yo creo sinceramente que el arte ante todo tiene y debe de ser un elemento de transformación para la sociedad, un espejo de esta, y para que esto ocurra el artista es el mediador de esta transformación, por medio de su cuerpo, emociones, sentimientos y palabras, el actor junto a sus compañeros interpreta dicha misión, y en el momento en que el interprete se anteponga a esta misión, es decir que utilice dicho arte para vanagloriarse de si mismo, yo desde estas páginas le diría que está muy equivocado.

Y esto lo explica muy bien Constantin Stanislavki, en el capitulo " Un encuentro de vastos alcances" (pagina 186 de su libro Mi vida en el arte) y es el siguiente:
... estuvimos considerando con Vladimir Ivanovich Nemirovich-Danchenko las bases de nuestro futuro teatro; las cuestiones de nuestro ideal artístico, la ética escénica, la técnica, etc, y para ello convocamos a los actores para este cometido.
-Ahí tiene usted al actor A.- ¿lo considera usted talentoso?
-En alto grado.
-¿Lo incluiría usted en el elenco?
- No.
-¿Por qué?
-Porque se ha acomodado a su carrera; adaptó su talento a las exigencias del público, su carácter a los caprichos del empresario, y toda su personalidad a la baratija teatral.
-¿Y que me dice de la actriz B.
-Es buena, pero no para nosotros ni para nuestra empresa.
-¿Porque?
-No ama el arte, sino a si misma en el arte.
-¿Y la actriz C.
-No sirve, es muy trivial, hasta lo incorregible.
-¿Y el actor D.?
-En cuanto a este le llamo la atención sobre él.
-¿Porque?
-Porque tiene ideales por los cuales lucha, y no está dispuesto a hacer las paces con lo existente. Es un hombre con ideas.
-Tengo la misma opinión al respecto, y por ello, con su permiso lo anoto en el registro de los candidatos.


Y aquí incluyo el artículo, ya que con este ejemplo queda clara mi exposición.

20/9/10

Manu Medina y la Narración Oral


A continuación os regalo un programa sobre la Narración Oral que me pidieron para un proyecto para profesores de colegios, donde el objetivo de estos era enseñar y adentrar a los niños en el mundo de la Narración oral.

La Narración oraL
       OBJETIVOS
Objetivos generales:
-         Transmitir enseñanzas por medio de la narración oral.
-         Hacer consciente al joven de sus propias dificultades orales.
-         Lograr un mayor crecimiento de la personalidad del individuo, Todo ello, utilizando el juego y el entrenamiento como vía para el desarrollo global del individuo            
-         Trasmitir antiguas tradiciones orales.
-         Por medio de la palabra trasladar al individuo a un mundo imaginarios.
-         Mejorar la comunicación interpersonal.
-         Facilitar la expresión de deseos y necesidades afectivas y creativas para desarrollar una situación.
-         Aumentar la percepción oral de la vida misma (anécdotas, sucesos etc.)
-         Aumentar la capacidad de roles del receptor.

II       Desarrollo general de una sesión de cuenta cuentos.
objetivos:
Dependiendo de las necesidades del colegio o institución se aplicará un tipo u otro de cuentos.
Todos los Cuentos o prácticamente todos vienen con moraleja o algún detalle para recordar.
Todas nuestras narraciones orales están acompañadas de una gran representación corporal, cada palabra es el acento de un gesto.
Creemos que el análisis de la estructura dramática es el primer paso a dar, y a partir de la comprensión del mismo empezamos a ver todas aquellas palabras del cuento que son motor necesario para que este tenga un buen suceso.


Tenemos tres manera de contar:
1)         Lectura dramatizada.
Esta es leyendo un cuento/leyenda/anécdota. con el libro delante, y subrayando sobretodo la dramatización oral (interpretación vocal)
 2)         Cuenta Cuentos.
Acompañadas de una gran representación corporal, cada palabra es el acento de un gesto.
3)         Cuenta cuentos con representación gráfica.
Esta es la unión de las dos maneras utilizando esta vez unas gráficas o dibujos representando al mismo cuento.

NUESTRO REPERTORIO
cuento
Cuentos negros para niños blancos
Cuando no se puede vivir del cuento.
Cuentos y leyendas del Japón.
Cuentos clásicos.
Cuentos tradicionales americanos.
Cuentos Medievales.

Tipo
Narración tolerante.
Escenas cotidianas.
Acercamiento cultural.
Cuentos tradicionales.
Social/tradicional.
Históricos.
CUENTOS MEDIEVALES:
El caballero de la armadura oxidada.
Orlax: el buen dragón.

CUENTOS TRADICIONALES AMERICANOS.
El indio y yo.
Piel roja, piel blanca.
cara caballo.
etc.
CUENTOS CLASICOS
Alicia en el país de las maravillas.
Caperucita Roja.
Momo.
los tres cerditos
La casita de chocolate...
La cenicienta
Blancanieves y los siete enanitos
etc.

CUENTOS Y LEYENDAS DEL JAPON
La creación del mundo
La bajada a los infiernos
la Cólera de la Diosa del Sol
Susana y el dragón de ocho cabezas

CUENTOS BUDICOS
Los arboles enanos.
Los seis Jizos.
El espectro del bonzo
El sauce de Kioto.

CUANDO NO SE PUEDE VIVIR DEL CUENTO.
Correspondencia.
El chaquetón vacío.
Catalina.
La señal.
Armisticio.

CUENTOS NEGROS PARA NIÑOS BLANCOS.
¿Porque nadie coge el caimán para meterlo en el agua?
Un desastre de Juez.
¿Porque? o las preguntas de un niño que aún no ha nacido.
El viento.