Pintor, escenógrafo, autor y director teatral polaco, creador del teatro de la muerte. Nació en Cracovia, hijo de padre judío y madre católica. Se crió en la sacristía de su tío cura, en un pueblo llamado Wielopole, de fuerte concentración judía. La tensión entre estas dos religiones impregnó su obra. Entre 1934 y 1939 siguió una formación como pintor y escenógrafo en la Escuela de Bellas Artes de Cracovia y allí recibió la influencia del constructivismo ruso y alemán, del dadaísmo y del surrealismo. Durante la II Guerra Mundial, y en plena ocupación nazi de Polonia, fundó y animó en Cracovia un teatro clandestino, el Teatro Podziemmy. En la estela de Marcel Duchamp, se interesó por el ready-made y por los objetos de desecho. Después de la guerra, centró su actividad en las artes plásticas, realizó varias exposiciones de su obra y trabajó como escenógrafo en varios teatros de Cracovia y Katowice. En 1955 fundó el grupo Cricot 2, que dirigió hasta su muerte y en el que colaboraron tanto gentes de teatro como artistas plásticos. En 1963 publicó el Manifiesto del teatro cero, donde explicaba los principios que animaban su dramaturgia: trabajo en sordina de los actores, ruptura con los sentimientos y despojamiento de todo significado de las palabras. El periodo de los embalajes y los happenings se cerró con la publicación del Manifiesto 70, en el que defendía la creación de obras de arte desprovistas de sentido y sustancia, imposibles de consumir. En 1975 presentó su obra maestra, La clase muerta, que marcará la ruptura con su periodo experimental y dará nacimiento al llamado teatro de la muerte. En 1979, después del montaje en Roma de ¿Dónde están las nieves de antaño?, se instaló en Florencia. Allí creó el espectáculo Wielopole-Wielopole (1980), en el que llevaba hasta sus últimas consecuencias su idea de un teatro desnudo, de un teatro de la muerte: figuras evocadoras de su infancia en Polonia se agitan en un baile desarticulado, al ritmo de una música chirriante y nostálgica al mismo tiempo. Después vendrían, entre otros, ¡Que revienten los artistas! (1985) o Nunca más volveré aquí (1988), una especie de testamento teatral en el que se presentaba a sí mismo rodeado de personajes de sus obras precedentes.
Si tengo que recordar a uno de los grandes creadores del arte teatral, no podía dejar a tras a uno de los más grandes, Tadeusz kantor, inolvidable creador que constantemente con sus creaciones navegaba entre la vida y la muerte, sus puestas en escena llenas de matices estéticos y con una profundidad interpretativa inusual, su puesta estética fue motivo de ruptura de moldes, y yo Manu Medina siempre que veo a algún genio de este calibre me hago la misma pregunta, ¡que nos pasa a los interpretes, directores, en definitiva a los creadores teatrales que no damos pié a que surjamos por este camino?, camino de la búsqueda y otras formas de contar/contarnos, porque seguro que todavía tenemos mucho que ofrecer.
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