2-) Los personajes.
En el siglo XVII se consuma lo que no se logró durante la centuria anterior: la creación de un teatro nacional. El artífice de este logro fue Lope de Vega y su escuela. Lope se sirvió hábilmente de los logros dramáticos de sus predecesores, fundamentalmente de Lope de Rueda y del teatro religioso.
1-) Características generales
Una amplia variedad de temas cuyas fuentes se encontraban en la tradición literaria, la historia y la leyenda.
Se pasa de la división de la obra en cinco actos o jornadas a la división en tres, lo que permite acomodarla a la estructura de exposición, nudo y desenlace.
En la métrica, convive la tradición castellana (romance, villancicos, letrillas…) con los metros cultos de procedencia italiana. La métrica se acomoda al contenido de la escena y a las palabras del personaje, a la vez que la polimetría evita la monotonía al oído del espectador.
Se hace, en aras de la verosimilitud, caso omiso de las tres unidades.
Como en la vida, se mezclan lo trágico y lo cómico –es decir, se rompen las barreras de los géneros- y surge el concepto de tragicomedia.
Los personajes de nuestra comedia nacional son arquetipos humanos y literarios que se repiten constantemente:
El rey es la representación de la justicia, es una figura intocable puesto que nuestro teatro clásico –sobre todo el de Calderón- es una encendida exaltación de la monarquía.
El poderoso –por ejemplo, el comendador- es un aristócrata injusto y tiránico que mancilla el honor de los villanos y que siempre recibe su merecido.
El villano –frecuentemente un labrador rico- que sufre los abusos del poderoso hasta que restaura, a veces con sangre y legítimamente, su honor.
El galán, que se mueve motivado por el amor o los celos y que suele ser valiente e idealista.
La dama. Bella, decidida y siempre virtuosa, como depósito del honor familiar.
El gracioso es el criado del galán, desenfadado, ocurrente, cobarde y siempre contrapunto humorístico a la seriedad de la trama.
La criada de la dama, cómplice de sus acciones –en ocasiones, incluso urdidora de las mismas- y que frecuentemente acaba casada con el gracioso.
3-) Los temas de la comedia nacional.
El amor, que es el motor que mueve la mayoría de las comedias.
El honor (honra, opinión), entendida como la estimativa ajena, patrimonio de todos –único patrimonio del pueblo llano- y absolutamente intocable. Reside en la pureza de la sangre y en la honorabilidad de las mujeres de la familia.
La monarquía, institución venerada de la que se hace una apología –sobre todo en el teatro de Calderón-. El rey es una figura intocable, a salvo de toda crítica y se presenta como el administrador máximo de la justicia para el pueblo.
JUEGO ESCÉNICO
El marco físico donde se representaban las comedias de España era más sencillo que el de otros países europeos. Era el llamado corral de comedias, que, como indica su nombre, era un corral, es decir, el patio interior de un mesón o una comunidad de vecinos, con forma rectangular y galerías a los lados. Uno de sus lados menores presentaba una tarima con telón donde se representaba la obra. En el corral se mezclaban de pie, o sentados en las lunetas, los mosqueteros (llamados así por el ruido que producían y que podían hacer de una obra un triunfo o un fracaso con su comportamiento) junto con personas de toda clase y procedencia social. Detrás estaba la cazuela, donde se sentaban las mujeres, que eran acomodadas por el apretador. La división fundamental en el público de los corrales era por sexos, no tanto por clases sociales, aunque en algunos existía un reservado guardado por una celosía al que podía ir el mismísimo rey a ver la obra. En cuanto a las otras tres paredes del corral, se correspondían con las galerías del mesón o casa comunal –llamadas aposentos- y también albergaban público.
Pero no todo el teatro barroco se representaba en los corrales. También había representaciones palaciegas que no eran, ni en el tablero de juego escénico ni en la tramoya, tan sobrias como las de los corrales. Por el contrario, hacían gala de un gran aparato escénico y efectos sorprendentes, más en consonancia con lo que era el gusto por lo efectista y espectacular propio del barroco.
LOS PRINCIPALES AUTORES
Lope de vega.
Partiendo del popularismo de Lope de Rueda y con la incorporación de elementos de diversa procedencia, fue el artífice del nacimiento de nuestra comedia nacional, tanto en el plano teórico con su Arte nuevo de hacer comedias como en el práctico, con cerca de quinientas piezas teatrales escritas.
Las características de su teatro son –incorporando, por supuesto, las vistas en apartados anteriores, de la mayoría de las cuales fue inspirador:
La riqueza de temas, que se agrupan en tres apartados: tema épico histórico (Fuenteovejuna), religioso (La buena guarda) y tema del honor (Peribáñez).
Inclusión de elementos populares y tradicionales (canciones, bailes, juegos) dentro de la obra, incidiendo con ello en el dualismo culto-popular muy acorde con la estética del contraste barroca.
Los resabios renacentistas que quedaban en la época inclinaban a Lope a la sencillez expresiva, pero la moda imperante lo dirige hacia las artificiosidades barrocas que, no obstante, nunca entorpecían la comprensión de la obra por parte del público popular, que tanto apreciaba sus comedias.
En definitiva, Lope fue el creador del teatro nacional, lo que consiguió aglutinando elementos de la más diversa procedencia y haciendo concesiones al público que le quitaron al teatro el tono envarado del drama precedente y dio auténtico calor humano a los personajes (ya que no hondura psicológica) que participan en una intriga sabiamente urdida.
Calderón de la Barca.
Llevó a su máximo esplendor el teatro nacional siguiendo la vía abierta por Lope y le dio al teatro español una dimensión más universal. Su teatro es más culto y aristocrático que el de Lope, cuya herencia somete a una depuración y ordenación concentrando la acción en torno a un tema central.
Más barroco que Lope, el lenguaje poético de Calderón ofrece muestras tanto de conceptismo (son frecuentes los juegos ingeniosos de palabras e ideas) como de culteranismo (metáfora de tipo gongorino). Igualmente es barroca su escenografía –era el director de muchas de sus obras- que, en sus comedias palaciegas, abundan en sorprendentes trucos escenográficos y efectos visuales.
Muy importan
te para entender la dramaturgia de Calderón es atender a su trasfondo ideológico, pues la acción aparece a menudo supeditada a una idea y los personajes a veces son sólo símbolos humanos de conceptos abstractos. Así, en el terreno ideológico.
Extrema las actitudes hacia las ideas del honor (mucho más exaltada que la de Lope) y hacia la fidelidad al rey.
En cuanto a las ideas morales, se impone sobre todas la noción del desengaño y del concepto negativo de la vida humana.
En cuanto a las ideas teológicas, influido por los jesuitas y representante fiel de las ideas surgidas del Concilio de Trento, realiza una constante apología del libre albedrío.
Su producción, aunque no llega a ser tan numerosa como la de Lope, es sin embargo extensísima. Entre sus obras podemos destacar El alcalde de Zalamea o La vida es sueño.
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