Soy de los que creen que los seres humanos estamos compuestos por dos elementos: nuestra naturaleza intrínseca (a la que muchos llaman alma) y nuestra personalidad.
La palabra personalidad proviene del latín persona, que en el teatro romano, etrusco y griego, hacía referencia a la máscara que se utilizaba para que la voz del actor pudiera proyectarse y llegar hasta el último asiento del anfiteatro (Real Academia Española, s.f.). Es decir, la personalidad era una máscara que permitía la amplificación del ser, del individuo.
Vivimos en una sociedad que venera la personalidad, a menudo diciendo con admiración: "¡Ah, tiene mucha personalidad!". Sin embargo, considero que la personalidad, esa envoltura que rodea nuestra naturaleza fundamental e invariable —aquello que nos define y nos hace ser lo que somos, independientemente de las circunstancias externas—, a menudo nos impide conectar con nosotros mismos. Esto se debe a que la personalidad, entre otras cosas, está construida a partir de miedos y se moldea por factores sociales, contextuales y ambientales. En esencia, es un constructo que nos obliga a adaptarnos socialmente.
Este constructo del ego (la instancia psíquica que media entre los instintos del ello, las normas morales del superyó y la realidad externa) (Freud, 1923), cuanto menos lo gestionamos y menos conscientes somos de él, más crece y más difícil hace que el ser humano recuerde su propia naturaleza.
Afortunadamente, la vida, a través de sus mecanismos largos y duros pero benéficos, nos ofrece crisis, dudas y auto cuestionamientos que nos obligan a atravesar el ego y a reconectar con nuestra esencia. La conciencia de la muerte, ya sea a través de la pérdida de otros o de su simple recuerdo, me hace reflexionar sobre preguntas cruciales como: "¿Quién soy?" o "¿Estoy en el camino que realmente debo seguir?".
Como creador de teatro, me veo obligado a observar e intentar entender: ¿Para quién estoy trabajando? ¿Estoy trabajando para mi naturaleza, para mi verdad, o simplemente estoy actuando para mi personalidad, para mi ego?
No hay comentarios:
Publicar un comentario