Al crear un títere, es muy importante hacerse muchas preguntas sobre él, como:
• ¿Qué personalidad tendrá el títere? (¿Será alegre, triste, travieso, etc.?)
• ¿Qué forma tendrá el títere? (¿Será un animal, una persona, una figura abstracta?)
• ¿Cómo se moverá el títere? (¿Caminará, saltará, volará?)
• ¿Qué expresiones faciales tendrá el títere? (¿Podrá sonreír, fruncir el ceño, mostrar sorpresa?)
• ¿Cómo se sentirá el títere al tocarlo? (¿Será suave, áspero, ligero, pesado?)
• Etc.
La forma en que un títere se mueve le da vida, especialmente cuando lo manipulan personas con alguna discapacidad o cuando alguien necesita expresarse a través de él. No es lo mismo un títere que se mueve solo desde la cabeza, que uno que mueve todo el cuerpo o solo una parte.
Cada pequeño detalle es crucial. Por ejemplo, para la obra de teatro de títeres que estamos preparando, necesitamos un títere que parezca ligero como el vapor y que sea muy grande. Sus movimientos deben recordar a las hojas de los árboles cuando las mueve una ráfaga de viento. También necesitamos que parezca que puede flotar en el aire, sin que sus brazos y piernas estén muy definidos, para que al verlo parezca un ser suspendido. Por eso, el equipo de diseño me propuso un títere con una especie de mochila de casi tres metros de altura. Desde esa mochila saldrían varillas hacia arriba que sostendrían telas muy ligeras, y las diferentes formas de estas telas permitirían movimientos variados. Estos movimientos, a su vez, abren muchas posibilidades para la historia.
En este momento entiendo que, al aprender a sentir el ritmo propio de lo que quiero mover, puedo comunicarme con los títeres y hacer que parezcan vivos.
Los títeres son una buena manera de despertar nuestros sentidos. No solo por el hecho de tocar el títere, sino porque todo el cuerpo de quien lo maneja se conecta, se entrega al aquí y ahora del momento que vivimos, como si fueran uno solo.
Hacerse uno con el títere y comenzar una nueva historia. Es como el yin y el yang, dos fuerzas opuestas pero que se complementan, según la filosofía china del taoísmo. ¿Es la persona quien controla al muñeco, o es el muñeco quien influye en la persona?
En ese momento de unión es cuando, en mi opinión, surge la magia del arte y la poesía.
Es cuando el títere parece tener alma y se vuelve parte importante de la historia, tanto para quien lo maneja como para el público que lo ve.
Los títeres se convierten en excelentes compañeros. Tienen una forma de estar con nosotros que se siente como una presencia real. Nos ayudan a conectar con otros y con nosotros mismos. La posibilidad de darle al títere la personalidad que queramos, de crearle escenarios nuevos una y otra vez, y de expresarnos a través de él, es una gran ayuda para conocernos mejor y para sentirnos libres de expresarnos sin miedo a ser juzgados.
Hay tantos tipos de títeres como historias que se pueden contar. Y cada tipo de títere tiene un lugar especial en la vida de las personas.
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