Así comienza Análisis económico del sector de las artes escénicas en España, en una Investigación realizada por el equipo de la Fundació Bosch i Gimpera de la Universitat de Barcelona 2018.
“El mercado escénico español se ha transformado profundamente durante las dos últimas décadas como consecuencia, fundamentalmente, de la importantísima inversión público en construcción y rehabilitación de teatros, en programación y exhibición de espectáculos, y en apoyo a la producción escénica. Como consecuencia de ello, ha aumentado considerablemente la oferta de espectáculos y funciones programadas, y el consumo escénico. Asimismo, la capacidad de iniciativa y el fortalecimiento de compañías y empresas de producción y distribución, así como de festivales y espacios de exhibición liderados por gestores comprometidos y con visión de futuro”.
La información que surge desde las instituciones esta tamizada por los recursos de los que estos disponen, olvidando por completo a las compañías privadas del sector teatral. Todo apunta a que los dosieres de las producciones tanto de compañías privadas, como de públicas están en el mismo despacho de los distribuidores, es decir de los teatros que contratan espectáculos. Me resulta imposible de entender que una producción pública con la financiación adecuada y suficiente esté compitiendo con otra producción de ámbito privado y por su puesto con muchos menos recursos.
Este agravio comparativo convierte a las compañías tanto de las salas alternativas, como de compañías de otros ámbitos en rastreadores de espacios escénicos donde dichas compañías publicas no han logrado colonizar y donde las privadas puedan realizar sus trabajos.
Esto ocurre, ya no sólo en el ámbito de espectáculo, sino que también en el ámbito de formación, festivales, encuentros, etc.
Al mismo tiempo los mismos teatros de financiación publica no se hacen eco del trabajo que se hace fuera de sus fronteras. Esto nos lleva a la convicción de que existen dos realidades, la de las instituciones y la del resto de la población.
Por otros lados las realidades de los procesos y trabajos en compañías privadas son múltiples y diversas y muchos de ellos de una gran calidad y riesgo, y esto enriquece y da valor a un país que cuenta con un potencial artístico inimaginable.
A mi juicio todos estos espacios públicos deben ponerse al servicio de las múltiples ofertas artísticas que se produce en cualquier población, la financiación de un espectáculo en el sector público hacia su propia compañía, indefectiblemente esta marcando una producción y un recorrido, hacia el éxito seguro, éxito que por otra parte posiblemente este determinado ya no solo por su calidad sino que también por sus sustanciosos recursos, escenográficos, de vestuario, de los mejores profesionales de todos los ámbitos, y de escoger para su elenco posiblemente a aquellos actores y actrices más mediáticos.
Al mismo tiempo las artes escénicas ya han sufrido varios varapalos y crisis que la han resentido y llevado casi hacia la extenuación. Pero aquí rompo una lanza en favor de cambios que a mi juicio ya no pueden dar marcha atrás. Gracias a estas crisis ahora se ha visto la necesidad de producir confluencias entre el teatro de laca y pinturas, al teatro donde lo social, la inclusión, la exclusión, lo humano, sean pilares esenciales, para una sociedad que está en constantes cambios.
Ya no nos vale evaluar, promover, proyectar, realizar proyectos con valores de otros tiempos, tiempos que por otra parte han sido maravillosos. Las nuevas realidades, nos obliga a proyectarnos hacia el futuro con valores, estéticas, propuestas artísticas, de otra índole, las cualidades de los espectáculos futuros ya no pasan sólo por pasar un rato entretenido, también el Publio esta pidiendo que le motives, que lo llevemos como artistas a lugares y mundos imaginarios, que provoquemos dudas, y que de alguna manera deje huella en el alma del espectador.
Y todo esto sazonado con una gran dosis de investigación, y otros recursos posibles.
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