Soy lo que soy, a mi pesar.
No elegí ser teatrero,
no elegí la necesidad de escribir,
ni el impulso de perseguir la belleza.
Atrapo los sueños de la noche
para convertirlos en historias.
No elegí crear a partir del llanto,
no elegí utilizar el dolor ajeno
ni el propio para sentirme vivo.
No elegí el sobresalto
como templo de las emociones.
No elegí la caricia y el abrazo
en lugar del entretenimiento y el juego.
No elegí las tardes de mar y sol.
Soy esclavo del impulso,
soy esclavo de la duda.
Amargo los momentos dulces
como un pastel sin azúcar.
Amo a mi pesar,
porque no soy dueño de mis impulsos,
no soy propietario
de las caricias que ofrezco.
Necesito el precipicio
para recordar que nada es estable.
Sueño con aves de alas rotas
soy amigo de sinvergüenzas y fanfarrones,
amante de la mentira y la exageración.
No me gusta la rutina,
soy intenso, no comedido.
No juzgo porque…
me da miedo ser juzgado.
Amo la libertad.
Cada mañana
me despierto saludando a mis inventos
y desayuno un café
con dos terrones de alegría,
cuatro cucharadas de "sí, quiero"
y dos empujones al vacío.
Y tanto toco como me tocan.
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