Llamamos Espacio sonoro a ciertos ruidos que se incluyen en la representación independientemente de la música.
Los hay de dos clases:
-Los que pretenden dar sensación de realidad, como el golpe de una puerta al cerrarse violentamente, la lluvia que cae fuera, el motor de un coche que se acerca, los ladridos de un perro...
-Los que no pretenden dar sensación de realidad, sino que buscan llamar la atención sobre lo que sucede, provocar risa, producir contrastes...
Antiguamente para todos ellos, y especialmente para los primeros, se contaba con especialistas que actuaban entre bastidores. El especialista, con imitaciones vocales o con el manejo de determinados instrumentos, o simples artefactos, conseguía reproducir pasos, galopes de caballos, trinos de pájaros, maullidos de gatos, llegada o partida de carruajes, retumbar de truenos y una infinidad de efectos sonoros especiales.
Ahora, por lo general, todos estos efectos van grabados. Su colocación ordenada, junto a la música, constituye una banda sonora que maneja hábilmente el regidor o algún especialista. En la actualidad existen CDS con todos estos efectos y otros muchos. Ya no hacen falta los secretos de los iniciados.
No obstante es bueno imaginar cómo se consiguen tales efectos, por lo que ello pueda suponer de creatividad y porque sugieren otros a lo mejor no recogidos en los discos. Por supuesto que hay que tener en cuenta que las grabaciones de los sonidos naturales no sirven. Hay que crear los efectos a partir de las acciones que se indican. Así el grado de verosimilitud es mayor. Se realiza la acción ante el micrófono con el fin de graduar el volumen y grabar el efecto.
Siempre será preferible insinuar y dejar volar la imaginación que fatigar al espectador con recursos constantes y poco conseguidos.
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