Por sorprendente que parezca, la idea de que el cerebro es quien genera los procesos mentales es relativamente nueva. Los antiguos egipcios, considerándolo un órgano superfluo, lo extraían por la nariz de los cadáveres que embalsamaban.
En la Grecia clásica, Aristóteles encontró motivos para ubicar los procesos mentales erróneamente en el corazón. Incluso el filósofo racionalista francés René Descartes, entrado ya el siglo XVII, creía que la mente (o alma) era algo ajeno al cuerpo.
El cerebro es el que está detrás de los procesos mentales y de cómo percibimos el mundo, es un conocimiento relativamente nuevo aunque muy asumido. Ignacio Morgado, una de las grandes referencias en el campo de la neuropsicología y catedrático de Psico biología en el Instituto de Neurociencia de la UAB, nos desvela aspectos de la mente humana y los procesos sensoriales y perceptivos que nos revela que es lo que pasa cuando percibimos algo,
La pregunta apropiada seria saber ¿cómo percibimos el mundo?, pues bien, nuestro cerebro está preparado para percibirlo. Las percepciones son una creación del cerebro y de la mente humana. Eso significa que lo que percibimos no necesariamente coincide con lo que pueda haber fuera de nosotros, que no es más que materia y energía. Las percepciones no existen fuera de nuestra mente. Dicho de otro modo: el cerebro es el que ve, oye, siente… Fuera de nosotros no hay luz, gusto, tacto… como por ejemplo en cuestión del gusto por ejemplo, el sabor dulce no existe. Pero su dulzor no es una propiedad del azúcar, sino de las neuronas del cerebro cuando reciben el impacto de las moléculas de azúcar.
Lo mismo pasa con el tiempo Tal y como lo percibe el cerebro, es subjetivo. El cerebro humano no tiene ningún reloj que mida el tiempo como lo hacen los relojes artificiales. La percepción del tiempo depende mucho de las circunstancias. Si te duele una muela, es infinito. Si lo estás pasando bien, se acaba enseguida. Todo esto son sensaciones que crea nuestro cerebro a partir de la materia y la energía de lo que percibimos o sentimos.
Otro ejemplo sería si tomas una taza de café caliente por la mañana al desayunar, parece que el olor esté saliendo de esa taza. Y es mentira. Es la forma que tiene nuestro cerebro de leer e interpretar. Las partículas volátiles que salen de la taza de café llegan a nuestra nariz, que recoge esta información. El cerebro la transforma y la convierte en percepciones consientes.
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