Recuerdo un patio lleno de flores y plantas colgadas de paredes, techos y esquinas, un pasillo largo que atraviesa toda la estancia, la luz penetraba por alrededor y cubría hasta la más mínima mota de polvo, el olor a comida fresca, horas y horas para hacer de aquella cacerola el motivo de reunión de las dos de la tarde, el bullicio cubría todas las estancias, de habitación a habitación, el murmullo de palabras y comentarios, y un café con leche como pócima preparatoria para el día.
La alegría caminaba, colocaba, arreglaba, limpiaba y con poca ropa inundaba cualquier recodo, así era mi progenitora, una mujer con cuerpo de artista, con alma de cantante que gritaba con voz contundente, y siempre sonreía siempre estaba a la espera de que algo bueno iba a pasar, porque siempre pasaba, y luego llegaba mi "don Paco", hombre menudo con una gran fuerza, mantenedor de la tropa, sostén de las pócimas, tranquilo y sereno se colocaba en el quicio de la puerta como guardián de su reino, aquello parecía el mercado de la plaza, titiriteros, vendedores, alcahuetas y triquiñuelas, merodeaban la casa, todos querían entrar, querían ver en primera persona que el mundo existía, que la vida no acababa nunca, que las cosas vienen y van, y que yo en lo más profundo de mi alma estoy agradecido, muy agradecido de haber tenido y tengo, unas raíces cambiantes y profundas, y al final me han fabricado como a las cañas bambú movibles pero inarrancables, ya puede venir un vendaval que de aquí no me mueve nadie.
En el invierno las paredes son cálidas, la luz sigue brillando, y el olor a café invita a la conversación.
La espera se entrevé, se palpa, se nota, son los años los que nos coloca y nos cambia, pero en el fondo, la esencia sigue siendo la misma, la luz y el arraigo crece, crece y crece.
Una vez partí en un vuelo casi sin retorno, trabajo, lucha, alegrías, tristezas... amalgama de emociones, viajes, viajes y más viajes. Y luego compañero y amigos, que si estoy bien, que si estoy mal, que tal me veo, que tal te ves, ¿Tomamos un poco de sol? y la nieve ¿esta derretida?, y etc, etc, etc. y ¿ahora?, sí, y en este momento ¿que pasa?. Mirando por la ventana y esperando que llegue el verano, donde las paredes volverán a ser cálidas donde la luz brillaba, y el olor a café invita a la conversación, rodeado de un patio lleno de flores y plantas colgadas de paredes y techos.
En el invierno las paredes son cálidas, la luz sigue brillando, y el olor a café invita a la conversación.
La espera se entrevé, se palpa, se nota, son los años los que nos coloca y nos cambia, pero en el fondo, la esencia sigue siendo la misma, la luz y el arraigo crece, crece y crece.
Una vez partí en un vuelo casi sin retorno, trabajo, lucha, alegrías, tristezas... amalgama de emociones, viajes, viajes y más viajes. Y luego compañero y amigos, que si estoy bien, que si estoy mal, que tal me veo, que tal te ves, ¿Tomamos un poco de sol? y la nieve ¿esta derretida?, y etc, etc, etc. y ¿ahora?, sí, y en este momento ¿que pasa?. Mirando por la ventana y esperando que llegue el verano, donde las paredes volverán a ser cálidas donde la luz brillaba, y el olor a café invita a la conversación, rodeado de un patio lleno de flores y plantas colgadas de paredes y techos.
Nuestras raices si que son importantes porque sin darnos cuenta nos formamos de un modo parecido a quienes sonreian y vivian por y para nosotros. Si no eres una persona que espere que siempre suceda algo bueno en la vida, serás la que se pare en el quicio de la puerta a ver su reino y en el fondo es maravilloso vernos, ver que somos lo que fueron.
ResponderEliminarUn beso astral !