Si el mundo fuera poesía, yo la habría descubierto hoy mismo.
La belleza irremediablemente se rinde ante los pies de personas que sólo saben estar y sentir.
Las capacidades se visten de gala para ver como se pasean los duendes por entre el escenario.
El teatro realizado por personas con discapacidad trasciende las limitaciones físicas o mentales, convirtiéndose en un poderoso vehículo de expresión y empoderamiento. En los ensayos de hoy, hemos visto como se diluyen las barreras y emergen talentos únicos, donde la creatividad y la pasión se entrelazan para dar vida a mundos y narrativas que conmueven y transforman. La belleza de este sector poblacional radica en su autenticidad, en la capacidad de conectar con el público a través de la vulnerabilidad y el carácter determinante del que disponen. Cada día es un acto de valentía, una celebración de la diversidad humana y un recordatorio de que el arte no conoce límites.
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