El arte inclusivo son todas aquellas disciplinas artísticas que trabajan la inclusión en los lugares más recónditos del alma humana.
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24/11/25

4. La Trágica ironía del creador cautivo por Manu Medina


El mundo del arte, por su propia naturaleza intrínseca, es un caldo de cultivo fértil para un ego desmedido. La búsqueda de la expresión personal, la exposición pública, la crítica constante y la necesidad de reconocimiento crean un escenario donde un ego sin gestionar puede transformarse de un motor necesario en una verdadera patología. Esta no es una mera cuestión de "tener un ego grande", sino de un ego que ha perdido su función mediadora (Freud, 1923) para convertirse en un tirano interno que distorsiona la realidad, devora la autenticidad y condena al artista a un sufrimiento paradójico.

El narcisismo del creador: 

En el arte, el ego desbocado puede culminar en rasgos de trastorno de la personalidad narcisista (TPN). El artista desarrolla una grandiosidad desproporcionada sobre su talento y su obra, convenciéndose de ser un genio incomprendido o una figura irremplazable. La necesidad de admiración (Manual MSD, 2024) se vuelve insaciable: el reconocimiento no es suficiente, se busca la ovación perpetua; la crítica, por constructiva que sea, se percibe como una ofensa personal. Esto puede llevar a la apropiación indebida de ideas ajenas, a la negación de la contribución del equipo y a una descalificación constante de colegas o colaboradores. El "yo" eclipsa por completo el "nosotros", destruyendo la colaboración genuina y transformando el colectivo en un mero escenario para su lucimiento personal.

El artista como "divo" o "diva": síndrome de Hubris en el escenario:

Similar al síndrome de Hubris en la política y en el arte, un ego desbocado puede llevar al artista a adoptar una actitud de "divo" o "diva". Se manifiesta en una confianza exagerada hasta la imprudencia, un desprecio manifiesto por la opinión del director o de sus compañeros, y una incapacidad radical para aceptar sus propios "errores". Este artista cree que está por encima de las reglas, de los horarios, de la disciplina. Pueden justificar comportamientos disruptivos o poco profesionales amparándose en su "genialidad" o "sensibilidad artística". Este patrón conduce al aislamiento, ya que solo se rodean de "aduladores" que refuerzan su burbuja de autoengaño, alejándolos de la realidad y del pulso vital de la creación compartida.

La obra de arte como extensión patológica del ego:

La creación deja de ser un vehículo de expresión para convertirse en una mera extensión del ego del artista, una herramienta para su validación personal. La obra no existe por sí misma o por su mensaje, sino para alimentar la necesidad de reconocimiento del creador. Esto puede manifestarse en la incapacidad de finalizar proyectos por miedo a que no sean "perfectos" (desde la perspectiva del ego), o en la negativa a soltar la obra una vez terminada, interfiriendo en la dirección o interpretación de otros. La obsesión por el "legado" o la "trascendencia" se vuelve una carga, no una inspiración, porque está ligada a la inmortalidad del "yo" y no a la obra misma.

Estancamiento creativo y repetición obsesiva:

La "aversión extrema al riesgo" que el ego impone, paraliza la "curiosidad inagotable y la búsqueda constante". El artista, por temor a "no estar a la altura" o a "fracasar", se aferra a las "fórmulas probadas" y a los estilos que ya le han traído éxito. Esto conduce a la "inercia y estancamiento creativo", a la repetición obsesiva de los mismos temas, géneros o interpretaciones, impidiendo la innovación y el verdadero "desarrollo artístico". El "miedo a cambiarlo todo" y a "despojarse de convicciones" sofoca la creatividad, que requiere de la "duda" y de la "fertilidad del error".

Consecuencias de la patología del ego en el artista y su entorno:

o Sufrimiento psicológico:

A pesar de las apariencias externas de confianza, el individuo con un ego desbocado vive en una profunda ansiedad y estrés crónico (Sans Segarra, 2025). La necesidad constante de validación es una carga inmensa, y la menor crítica o percance puede desencadenar una angustia severa. Viven en un estado de "tensión" y miedo a ser "descubiertos" en su supuesta imperfección.

o Aislamiento y Soledad:

La arrogancia y la falta de empatía repelen a los demás. Aunque puedan tener un séquito de aduladores, las relaciones genuinas se deterioran. El artista se encierra en su burbuja de ego, experimentando una profunda soledad y una incapacidad para la "conexión humana" real, necesaria para la "salud mental".

o Paranoia y Resentimiento:

El artista con ego desbocado tiende a percibir conspiraciones o envidias donde no las hay. Se sienten "ofendidos" y desarrollan un "resentimiento" crónico hacia aquellos que no los "valoran", o hacia colegas que tienen éxito. Esta mentalidad de "yo me lo merezco" genera una "queja constante" y una incapacidad para la autocrítica, lo que intensifica su propio sufrimiento.

o Incapacidad de evolución y aprendizaje:

Al rechazar el "error" y la "crítica", el artista se condena a la repetición y al estancamiento. Se vuelven incapaces de "revisar y corregir" su propio camino, y su "mentalidad fija" les impide adaptarse y crecer, tanto a nivel artístico como personal.

o Ambiente de trabajo tóxico: 

Un ego desbocado crea un clima de tensión, miedo e inseguridad. La "imposición de decisiones" y la "competencia incesante por la superioridad" socavan la confianza y la motivación del equipo. Los ensayos se vuelven batallas de egos en lugar de procesos creativos colaborativos.

o Deterioro de la calidad artística: 

La búsqueda de la validación fácil y la aversión al riesgo lleva a "refritos artísticos" y a la falta de innovación. La obra puede volverse predecible, superficial y carente de "verdad emocional" o de "trascendencia". El arte, en lugar de "perturbar al cómodo y consolidar al perturbado", se vuelve complaciente y olvidable.

o Pérdida de potencial colectivo: 

La primacía del "yo" ahoga el espíritu del "nosotros". Las voces de otros talentos son silenciadas o infravaloradas, impidiendo la "fusión de elementos" y la riqueza que solo la "colaboración genuina" puede ofrecer. El "teatro de las mayorías" se ve comprometido si el líder solo busca su propio brillo.

o Daño a la institución o compañía:

Las decisiones impulsadas por el ego pueden llevar a malas inversiones, a la alienación de talentos y a una reputación negativa que, a largo plazo, daña la credibilidad y la sostenibilidad de la institución o compañía.

Indefectiblemente la patología del ego en el mundo del arte es una trágica ironía. Aquello que en dosis saludables puede impulsar la ambición y la excelencia, en su desborde, se convierte en la cadena que ata al artista a la superficialidad, al sufrimiento y a la destrucción de su propio potencial creativo y relacional. Solo a través de una gestión consciente del ego, una "introspección" constante y la humildad de abrazar la "duda" y el "error", el artista puede liberarse de esta tiranía y permitirse "volar" hacia una "perfección" que reside en la autenticidad, la vulnerabilidad y la entrega incondicional a su arte.


17/11/25

De los 9 años a los 50.

A los 9: Ojos cándidos, aún expuestos a creer a cualquier postor. Un deseo primario de caricias, de roces de piel, de calor que envuelva. Ansia por el olor a madre, el olor a amigos, el olor a hermanos, el olor de otros. Deseos profundos de pertenecer, de ser parte de una tribu. "Quiero ser recogido por el viento," susurro; "Busco que la lluvia me abrigue."

Todo faltaba, porque nada tenía, desatado de ataduras, como en el espacio vacío, a ningún lugar vas, porque de ningún lugar vienes.

¿Desamparado? ¿Con miedo? El tiempo dependía de las flores y las plantas, de la presencia de hermanos y amigos. "Quiero que me ayudes, quiero que me sostengas, quiero calor," era mi ruego, eran palabras sordas, no había voz.

O me quieres o no me quieres, no era el castigo. O te acompaño o no te acompaño era el azote de los días, de las noches.

Pero siempre, siempre, siempre jugando. Tal vez, y solo tal vez, te digo que el juego me salvó.

A los 50: Hoy, a los cincuenta, somos uno, somos dos, SOMOS. Los deseos profundos son de serenidad, de sosiego. Me acaricio, me busco; a veces no me encuentro, otras estoy cerca, a veces me siento entero. Contigo –o, mejor dicho, conmigo–, me confío plenamente, me dejo llevar por mi instinto, me permito ser acariciado incluso por los que antes consideraba "falsos errores".

Ya no me creo la mentira de que estoy solo. Ya no discuto porque me quieras, porque ahora entiendo que ser diferente es, precisamente, no ser igual a otro. Solo quiero no ser yo, en el sentido más estricto del ego, para ser cada vez más genuino, más auténtico, más vacío de mentiras, de constructo, más vacío de todos, y más lleno de mí. Un yo cambiante, un yo desconocido y libre, un yo cerca de la sonrisa, de la aceptación, del “no pasa nada”, todo es mentira, y ¡cuidado!, que tus pensamientos no son tuyos, que tus ideas no son creaciones propias, que las conjeturas, los “…yo creo”, los “a mí me parece”, son quimeras aprendidas, deducciones maliciosas.

A los 9: Tienes canas.

A los 50:    Tú tienes limpia la cara.

A los 9:    ¿Siempre sonríes?

A los 50:     Tienes los dientes apretados, llenos de rabia.

A los 9:        No soy yo, es el abandono.

A los 50: ¡Qué mano más hermosa!

A los 9:     ¿Estás enamorado?

A los 50: Sí.

A los 9:     ¿De quién?

A los 50:    Algunas veces de ti.

Algunas veces de cuando camino.

Otras veces de cuando respiro.

Pero otras… hasta del llanto.

A los 9:    Quiero saber jugar como tú.

A los 50:    Ya lo sabes.

A los 9: Quiero acariciarte por dentro.

A los 50:    A veces no me lo creo, pero hay momentos en los que tú ya estás dentro.

A los 9:    ¿Eres feliz?

A los 50:    No sé, pero tampoco importa.

A los 9:     ¿Estás contento?

A los 50:    No sé, pero tampoco importa.

A los 9:    ¿Tienes todo lo que necesitas?, ¿necesitas todo lo que tienes?

A los 50:    Si, no.

A los 9:    ¿Qué buscas?

A los 50:    Serenidad

A los 9:    ¿Qué buscas?

A los 50:     Mirada limpia

A los 9:    ¿Qué buscas?

A los 50:     Vacío

A los 9:    ¿Qué buscas?

A los 50:     A ti

A los 9:    ¿Y qué has encontrado?

A los 50:     Aceptación.

A los 9:     ¿Qué buscas?

A los 50:     Ahora a ti, mañana olvidarme de ti para ser tú, pero con 50 años.

A los 9:     ¿Qué amas?

A los 50:     Todo lo que mi salud me lo permite.

A los 9:     ¿Estás enfermo?

A los 50:    A veces sí.

A los 9:     ¿Quieres que viajemos juntos?

A los 50:     SIEMPRE.

12/11/25

La dispersión en el teatro inclusivo por Manu Medina.


La ansiedad es una corriente subterránea que fluye bajo la superficie de la experiencia humana. Es la sensación de que algo malo está a punto de suceder, la punzada en el estómago antes de un examen, o el corazón acelerado frente a un peligro. Es una emoción universal. Pero, ¿qué sucede cuando esa emoción se instala en una persona con Discapacidad Intelectual (DI)? Aquí es donde el relato se vuelve más complejo, porque la ansiedad, al no poder ser nombrada, se ve forzada a encontrar otra voz.

Imaginemos el escenario: las luces se encienden, el grupo se prepara para el ensayo. El teatro, ese espacio vibrante de expresión, es una promesa de inclusión y crecimiento. Sin embargo, para una persona con Discapacidad Intelectual (DI), el camino hacia la representación puede estar minado por una fuerza sutil pero poderosa: la dispersión.

En el contexto del teatro inclusivo, la dispersión es la falla inicial del sistema que permite que esa corriente subterránea emerja y arrastre consigo a la persona.

El entorno teatral es, por naturaleza, multisensorial y exigente en foco. Hay movimiento constante, sonidos, la presión de recordar líneas, acciones, y la interacción con varios compañeros a la vez, etc.

Para el actor con DI, esta sobrecarga de estímulos actúa como un disruptor primario. Su dificultad para filtrar la información irrelevante hace que la instrucción del director, o el compañero que susurra, o incluso un simple cambio de luz, compitan por igual por su atención. El resultado: la dispersión.

El foco se disipa.

La secuencia de la escena se pierde.

El hilo narrativo se rompe.

La persona se "desconecta", alejado del presente.

Cuando el actor disperso intenta regresar a la escena, se enfrenta a una realidad incómoda: no sabe dónde está el grupo. Se da cuenta de que ha perdido el paso. Es en este momento donde la dispersión se convierte en la antesala directa de la ansiedad.

1. El silencio del no-nombrar: La persona con DI puede tener dificultad para nombrar esa punzada en el estómago como "miedo" o "nerviosismo".

2. La ansiedad forzada: Al no poder expresar la confusión o el rezago con palabras, la emoción de la ansiedad, el "corazón acelerado frente a un peligro", se ve forzada a buscar otra voz.

3. El miedo a la exposición: La dispersión ha provocado un error o una pausa. Esto sitúa al actor, vulnerablemente, en el centro de atención. La ansiedad se instala como el miedo a ser el causante del fallo, a ser juzgado por los compañeros o el director, o a no ser "suficientemente capaz" para el desafío escénico.

Así, la dispersión, inicialmente un reto de atención, se transforma en un catalizador de la angustia. La escena, que debería ser un refugio creativo, comienza a sentirse como una amenaza potencial. Es un ciclo vicioso: el miedo a dispersarse provoca más ansiedad, y la ansiedad, al sobrecargar el sistema cognitivo, produce mayor dispersión.

Muchas de las personas con discapacidad intelectual, no tiene la llave del lenguaje emocional ni la conciencia para dirimir su estado. Al no poder etiquetar su malestar como "ansiedad", la emoción queda atrapada, buscando desesperadamente una salida. Ese callejón sin salida obliga a la ansiedad a traducirse en acciones. El pensamiento se salta el filtro verbal y se manifiesta como un lenguaje crudo: el cuerpo. Es aquí donde la ansiedad deja de ser una sensación invisible y se convierte en un acto que el mundo puede ver, aunque a menudo malinterpreta.

El cuerpo habla donde la boca calla

Imagina que tienes una gran preocupación, un miedo que te aprieta el estómago, ¡pero no puedes decirlo con palabras!

En el teatro, a veces sientes muchos nervios o ansiedad. Si no puedes usar tu boca para decir "estoy nervioso" o "tengo miedo a equivocarme", tu cuerpo busca otras maneras de pedir ayuda o de calmarse.

Para nosotros en el teatro inclusivo, es muy importante aprender a escuchar lo que dice el cuerpo de nuestros compañeros y el nuestro.

Cuando la ansiedad o el miedo son muy grandes, el cuerpo empieza a hacer cosas que parecen raras, pero que en realidad son señales:

Movimientos para calmarse: ¿Te balanceas de un lado a otro cuando estás esperando tu turno? A veces, moverte de forma suave y repetida es tu cuerpo diciendo: "¡Necesito calmarme!". Esto se llama estereotipia. Es como si tu cuerpo creara su propia canción tranquila.

Golpes o morder: Si sientes tanta presión que no sabes qué hacer con ella, a veces las manos o la cabeza se mueven de forma brusca (comportamiento autolesivo). Es una manera muy fuerte de intentar sacar la tensión que tienes dentro.

Decir "no voy": Si te da mucho miedo actuar o hacer un ejercicio, puedes decir: "No voy" o "No quiero salir de casa". Esto es evitar la situación que te da miedo. Tu cuerpo piensa: "Si me quedo aquí, estoy seguro".

El estómago duele (pero no estás enfermo): Muchas veces, los nervios se van al estómago o a la cabeza. Si te duele la barriga antes de salir al escenario, y el médico dice que no hay nada malo, ¡puede ser tu ansiedad hablando con dolor! Lo llamamos síntomas físicos o somáticos.

Actuar como un niño pequeño: Si de repente empiezas a hacer cosas que hacías cuando eras mucho más joven (como chuparte el dedo o mojar la cama), es como si tu mente dijera: "¡Estoy muy estresado! Quiero volver a un momento donde me sentía seguro y cuidado". Esto se llama regresión.

Recuerda: Estas no son "malas conductas". Son las señales que tu cuerpo usa para pedir un descanso o ayuda cuando tu boca no puede articular el miedo. En el teatro, aprendemos a leer esas y otras señales para cuidarnos unos a otros.

Viviendo en un mundo hostil e incierto

La vulnerabilidad a la ansiedad es mayor en el colectivo de la DI porque viven, a menudo, en un entorno que les exige demasiado y les explica muy poco. Su mundo está lleno de estresores magnificados:

1. El estigma y la exclusión: Las miradas, el rechazo social o el bullying son fuentes constantes de estrés.

2. La dificultad causal: Les cuesta conectar un evento estresante (el cambio de autobús) con la sensación de miedo que experimentan. Al no poder identificar la fuente, la ansiedad se vuelve flotante, omnipresente y sin ancla.

3. La fragilidad del Entorno: La falta de estrategias de afrontamiento sofisticadas (la reestructuración cognitiva es compleja) hace que, ante el estrés, la persona no tenga "herramientas mentales" para defenderse, recurriendo a la evitación o al desahogo emocional.

4. La sombra del trauma: Lamentablemente, el riesgo de sufrir abuso o maltrato es más alto en este colectivo. Estas experiencias traumáticas son poderosos detonantes de trastornos de ansiedad que persisten en la vida adulta.

En mi experiencia como director de teatro con personas con discapacidad intelectual, sé que la dispersión y ansiedad no siempre habla con palabras claras. Por eso, mi trabajo como director, es aprender a tener una mira sistémica y desprovista de juicios de valor es entonces cuando el escenario se convierte en un mapa de señales, cualquier movimiento, altercado, sonido, palabra me puede dar la solución a un posible escollo en los ensayos. Mi misión es descifrar ese lenguaje corporal y contextual antes de que se convierta en una crisis de ansiedad.

Los procesos son mucho más importantes que los resultados.

La meta no es la función; la meta es el camino que recorremos juntos. La verdadera victoria se logra cuando un intérprete aprende a gestionar su frustración, cuando el grupo aprende a esperar y apoyarse, y cuando alguien que se dispersaba, logra un minuto de atención consciente.

Si cuidamos el proceso con calma, estructura y apoyo visual, del resultado haremos—una obra genuina y emocionante— llega por sí mismo, sin la pesada mochila de la ansiedad. La escena se convierte entonces en un lugar seguro para la genuinidad, donde cada movimiento no es un error, sino una parte esencial de la historia.

No miramos el problema (el síntoma aislado); miramos la causa (el contexto). Sabemos que la ansiedad no es que seas "malo" o "difícil"; es una respuesta muy lógica a un momento que te parece incierto o confuso.

El tratamiento, en última instancia, no busca eliminar la emoción —porque sentir es humano—, sino enseñar a manejar la activación. Esto se logra con intervenciones psicoeducativas adaptadas: usando apoyos visuales que ilustren la emoción, historias sociales que den un guion a lo incierto, y técnicas de relajación sencillas para bajar la guardia del cuerpo.

La ansiedad en la Discapacidad Intelectual no es un fallo de carácter; es una respuesta lógica y a menudo silenciada ante un mundo confuso e incierto. El acto de apoyar es construir un puente seguro y predecible, reduciendo los estresores y, finalmente, dando a la persona las herramientas para que su angustia deje de ser un grito confuso y encuentre, por fin, una forma funcional de ser comunicada.

La dispersión ahuyenta el foco en el teatro inclusivo

Esta frase, aunque corta, encapsula uno de los mayores desafíos y responsabilidades en el trabajo de las artes escénicas con personas con Discapacidad Intelectual (DI): la dispersión y el foco son enemigos en el escenario.

¿Qué significa que la dispersión "ahuyenta" el foco?

1. El foco es la presencia: En teatro, el "foco" es la capacidad de estar completamente presente en el aquí y ahora de la escena. Implica mantener la atención en el compañero, en la consigna del director, en el propio cuerpo y en la emoción del personaje. El foco es lo que da genuinidad y magia a la actuación.

2. La dispersión es la fuga: La dispersión es el estado opuesto: es la mente que se va, que se pierde en estímulos externos (un ruido, una luz) o internos (un pensamiento, un recuerdo, la preocupación). Cuando la mente se fuga, el actor ya no está en la escena; simplemente está ocupando un espacio.

3. El impacto en la inclusión:

o Para el actor: En el teatro inclusivo, la dispersión rompe el sentimiento de pertenencia. Si un actor se dispersa constantemente, no puede seguir el ritmo del grupo y la escena se desarticula. Esto genera inmediatamente frustración, vergüenza y, finalmente, ansiedad, porque el actor se siente incapaz de cumplir.

o Para el grupo: Un compañero disperso obliga a los demás a parar o improvisar. Esto dificulta la creación colectiva y la confianza en el proceso.

El Rol del Teatro Inclusivo

El director y el equipo no pueden simplemente exigir el foco; deben enseñarlo. El teatro inclusivo transforma el desafío de la dispersión en una oportunidad, utilizando métodos específicos para anclar la mente en el presente:

Rutinas y estructuras: Usar ejercicios predecibles de calentamiento y finalizar con rutinas tranquilizadoras. La previsibilidad reduce la necesidad de la mente de vagar.

Anclaje sensorial: Emplear ejercicios que obliguen al actor a sentir su cuerpo: la respiración, el peso de los pies en el suelo, el contacto con una prenda. Esto ahuyenta la dispersión al obligar a la mente a volver al aquí y ahora.

Micro-tareas: Dividir las escenas complejas en bloques muy pequeños y concretos para que el foco solo tenga que sostenerse por unos segundos o minutos, garantizando el éxito.

La lucha contra la dispersión es, de hecho, la primera línea de defensa contra la ansiedad en este tipo de proyectos.


10/11/25

Cuando el ego se empodera por Manu Medina

3. Cuando el ego se empodera:

Cuando el ego se "desboca" o se descontrola, sus funciones naturales de protección y mediación se distorsionan, llevando a una serie de consecuencias negativas tanto para el individuo como para su entorno, especialmente en el contexto del arte. No se trata solo de un "ego grande", sino de un ego que ha perdido su equilibrio, convirtiéndose en un tirano interno.

Aquí te detallo qué le pasa a mi ego cuando se desboca, basándome en los conceptos previos:

Cuando el ego se desboca: 

Cuando el ego, esa instancia de la psique que gestiona nuestra identidad y mediación con la realidad, pierde su equilibrio y se "desboca", sus funciones adaptativas se distorsionan radicalmente. Deja de ser un mediador para convertirse en un tirano interno, impulsando al individuo hacia comportamientos y percepciones que, lejos de protegerlo o adaptarlo, lo aíslan, lo empobrecen y lo desconectan de su "yo genuino" y de la realidad.

Estas son las principales manifestaciones de un ego desbocado:

Distorsión de la realidad y percepción sesgada:

Un ego desbocado vive en la "distorsión de la realidad basada en lo que nos gustaría que fuera, pero no es". La persona se vuelve incapaz de percibir objetivamente sus propias capacidades, sus "errores" o sus limitaciones. Las críticas se interpretan como ataques personales y el éxito se atribuye exclusivamente a la propia genialidad, ignorando la contribución de otros o los factores externos. Se crea una burbuja de autoengaño donde la autopercepción de grandeza es intocable, lo que impide el aprendizaje y el crecimiento.

Necesidad insaciable de validación y adicción al reconocimiento:

El ego desbocado genera una "necesidad insaciable de admiración constante y adicción a la validación externa". El individuo nunca se siente "suficiente" por sí mismo; su autoestima depende exclusivamente del aplauso, el halago y el reconocimiento público. Esta adicción lleva a una búsqueda frenética de atención, a la sobreactuación o a la elección de proyectos que solo prometen visibilidad, incluso si no resuenan con su "propósito vital" o su "integridad artística". El "la ratificación del yo" se convierte en una droga de la que se necesita una dosis cada vez mayor, sin generar una "satisfacción profunda".

Arrogancia, soberbia y sentimiento de superioridad:

Se manifiesta en una creencia desproporcionada en la propia valía, posicionándose "por encima de las demás". La persona se vuelve arrogante, altiva y desprecia las opiniones o el trabajo de otros. En el teatro, esto me ha llevado a "imponer mis decisiones" sin escuchar al equipo, o a actores a creerse imprescindibles o a descalificar a sus compañeros. Esta soberbia aislaba del resto de los compañeros, impidiendo la "colaboración genuina" y el espíritu del "Nosotros".

Resentimiento y queja Constante por el "merecimiento":

Cuando mi ego está desbocado, me siente "ofendido" o "resentido" si no obtengo lo que creo "merecer". Esta mentalidad de "yo me lo merezco" me genera una "queja constante" hacia el mundo, hacia el sistema, hacia la falta de oportunidades, sin una autocrítica. El "ego resentido" se victimiza y culpa a factores externos por sus "fracasos" o la falta de reconocimiento, impidiendo asumir la "responsabilidad" de mi propia "forma de actuar" y aprender de la "adversidad".

Aversión extrema al riesgo y estancamiento creativo:

La necesidad de mantener una imagen "perfecta" y evitar el "fracaso" a toda costa, lleva a una "aversión al riesgo" extrema. El artista se aferra a lo seguro, a las "fórmulas probadas" y a la "zona de confort artística". Esto conduce a la "inercia y estancamiento creativo", a la repetición de patrones y a la incapacidad de innovar o de "salir del molde". Paradójicamente, la búsqueda de seguridad por parte del ego acaba por limitar el potencial creativo del artista (Dweck, 2006).

Pérdida de conexión con el "yo genuino" y el propósito auténtico:

Un ego desbocado consume tanta energía en mantener su "identidad construida" y en la búsqueda de validación externa, que desconecta al individuo de su "yo genuino". La "vocación innegable", la "verdad emocional y vulnerabilidad auténtica", y el "propósito interno" que realmente nutren al artista quedan sepultados bajo las demandas de un ego insaciable. El artista puede alcanzar la fama o el éxito, pero sentirse "vacío o insatisfecho", porque ha perdido la conexión con la esencia de su ser y de su arte. 

Incapacidad de aprender y de asumir la responsabilidad:

Al vivir en una burbuja de autojustificación y autoengaño, el ego desbocado impide el aprendizaje. Cada "error" se racionaliza o se culpa a otros. Esto evita la "introspección" necesaria para "revisar y corregir" la propia conducta. La persona no puede "elegir cómo responder" de forma consciente, sino que está dominada por sus "reacciones automáticas" impulsadas por el ego.

Un ego desbocado es un parásito para el desarrollo personal y artístico. Impide la humildad necesaria para el aprendizaje, la vulnerabilidad para la conexión profunda, la curiosidad para la innovación y la autenticidad para la verdadera trascendencia de la obra. Convierte al artista en una caricatura de sí mismo, más preocupado por la apariencia que por la esencia, y lo condena a una existencia de "satisfacción fugaz" en lugar de la plenitud que nace de la entrega incondicional a la creación y al "nosotros".

4/11/25

Rigor, amor y humor en el teatro inclusivo, por Manu Medcina

La formación es el puente esencial que permite aplicar los principios de Rigor, Amor y Humor de manera efectiva en el teatro inclusivo. A continuación, detallo cada apartado enmarcándolo en la necesidad y el contenido de la formación especializada en este campo.

El teatro inclusivo requiere un conjunto de habilidades y sensibilidades que rara vez se imparten en la formación teatral convencional. Los principios de rigor, amor y humor no son intuitivos en su aplicación inclusiva; deben ser enseñados, practicados y metodologizados. La formación especializada es, por lo tanto, indispensable para asegurar que dicha formación/producción, etc. alcancen su potencial artístico y humano.

1. El rigor en la Formación: Adquisición de metodologías y estándares de calidad

La formación debe equipar a los directores, educadores, artistas, etc. con las herramientas para aplicar una metodología profesional adaptada y aspirar a la excelencia artística.

Enfoque y disciplina adaptada: La formación en metodologías inclusivas La necesidad de formación radica en la adquisición de técnicas y estrategias pedagógicas inclusivas. Los formadores deben enseñar a: 

Diagnosticar y adaptar: Evaluar las necesidades de comunicación, motoras, cognitivas, sociales, económicas, etc. de los participantes. 

Diseñar estructuras flexibles: Crear planes de ensayo que permitan ajustes de ritmo y variaciones en la comunicación, es decir una metodología y disciplina adaptada a las necesidades reales de cada persona. 

Usar herramientas multimodales: Formación en lenguajes alternativos (signos, pictogramas, tecnología asistida) para mantener los procesos metodológicos a pesar de las barreras que puedan aparecer. 

Alta Calidad artística: La formación para enfrentarse a paternalismos, creencias no constructivas, bloqueos, miedos, etc., esta es crucial para inculcar una mentalidad de excelencia que rechace el simplismo. Los talleres deben centrarse en: 

Dramaturgia inclusiva: Cómo escribir o adaptar textos que potencien las capacidades diversas y que surjan del propio proceso, teniendo antes un guion orientativo sobre lo que se quiere abordar. 

Dirección de escena avanzada: Técnicas para lograr la precisión escénica, la actitud, la expresión corporal, etc., utilizando la diversidad como fuente creativa (ej. la expresividad de la Lengua de Signos, el ritmo de una silla de ruedas). 

Evaluación de la obra: Aprender a evaluar el trabajo basado en criterios artísticos profesionales y no solo en conjeturas y opiniones. 

2. El amor en la formación: Desarrollo de la empatía como estrategia de dirección

La formación debe transformar la empatía de un sentimiento a una estrategia de gestión de grupo y proceso creativo.

Pasión y propósito transformador: Formación en liderazgo humanista La formación ayuda a los líderes a cimentar su trabajo en el propósito (Amor). Se debe capacitar en: 

Motivación inclusiva: Técnicas para fomentar el entusiasmo y la perseverancia en entornos complejos, manteniendo viva la pasión por el objetivo transformador. 

Ética de la inclusión: Comprensión profunda del modelo social de la discapacidad para asegurar que el trabajo visibilice y dignifique. 

Aceptación: Esta incluye un gran trabajo de aceptación real de la diversidad en todos sus aspectos.

Cuidado y empatía radical: Formación en gestión de grupos diversos El cuidado como estrategia de dirección requiere habilidades específicas. Los talleres deben cubrir:

Comunicación no violenta y activa: Cómo crear un ambiente seguro donde se gestionen los conflictos con afecto y respeto.

Conocimiento de diversidades: Entendimiento básico de neurodiversidad, salud mental y diversidad funcional para adaptar las dinámicas de ensayo y garantizar el bienestar de todos.

Creación de vínculos: Técnicas conjunto de actividades y dinámicas de grupo que se organizan en un entorno profesional para fortalecer las relaciones entre los miembros de un equipo que fomenten la colaboración genuina y el reconocimiento del valor intrínseco de cada miembro.

3. El Humor (La actitud) en la formación: Herramienta para la resiliencia y la Innovación

La formación debe enseñar a utilizar el Humor de forma constructiva, no solo para la diversión, sino como una herramienta técnica para la creatividad y posibles conflictos que aparezcan en los procesos

Bienestar, creatividad e innovación: Formación en técnicas lúdicas y de improvisación El humor debe ser introducido y practicado como una técnica de trabajo. Esto incluye:

Juegos y dinámicas de confianza: Integración de ejercicios lúdicos que sistemáticamente reduzcan la tensión y el miedo al error (el principal enemigo de la creatividad).

Improvisación Inclusiva: Técnicas para usar el error o el imprevisto como detonante creativo, enseñando al equipo a reírse colectivamente y a pivotar rápidamente.

Teatro del Oprimido y Playback Theatre: Uso de técnicas teatrales que emplean la ligereza para abordar temas complejos y fomentar el pensamiento innovador.

Resistencia y resiliencia colectiva: Formación en regulación emocional del equipo El humor es un mecanismo de afrontamiento. La formación debe capacitar a los líderes en:

Desactivación de crisis: Cómo usar una actitud positiva y el humor para liberar tensiones cuando surgen los desafíos únicos del teatro inclusivo (ej. frustraciones comunicativas, crisis emocionales).

Cultura del optimismo: Cómo modelar y fomentar una cultura de la risa compartida que fortalezca la resistencia del equipo ante largas jornadas o problemas inesperados.

29/10/25

LO SIENTO 3ª, comienzan los ensayos. Manu Medina

DESCRIPCIÓN DE LOS YOES.

Los "Yoes" de Rico: Un Reflejo de su Mundo Interior y Exterior

En la historia de Rico, los "yoes" son una representación crucial y multifacética de su experiencia, tanto interna como externa. Son personajes físicos adicionales en la trama, manifestaciones simbólicas que enriquecen la narrativa y permiten al público conectar de manera más profunda con el viaje emocional de nuestro títere. Su papel es vital para comprender la complejidad de las emociones de Rico y cómo la discriminación afecta su percepción de sí mismo.

¿Qué son los "Yoes" de Rico?

Los "yoes" de Rico son la personificación de sus diferentes estados emocionales, sus percepciones y las reacciones del mundo a su alrededor. Son la forma en que la obra visualiza y amplifica lo que, de otro modo, serían sentimientos y pensamientos invisibles. Se pueden interpretar de varias maneras:

1.⁠ ⁠Emociones Amplificadas: Son las distintas facetas de Rico ante una emoción intensa. Por ejemplo, en la escena del miedo, un "yo" puede ser el pánico paralizante, mientras otro es el deseo de huir.

2.⁠ ⁠Percepciones Alteradas: Reflejan cómo Rico se ve a sí mismo o cómo cree que lo ven los demás. Cuando "se siente un monstruo" por la ira, ese "yo" representa esa autoimagen distorsionada.

3.⁠ ⁠La Sociedad Internalizada: Son el eco de las voces externas que Rico escucha y, de alguna manera, internaliza. Los "yoes" que lanzan insultos no son solo agresores externos, sino que también pueden simbolizar la forma en que Rico empieza a dudar de sí mismo a raíz de esas palabras.

4.⁠ ⁠Recuerdos Vivos: Pueden ser proyecciones de experiencias pasadas que resurgen con fuerza en el presente, como la memoria de los insultos recibidos.

El Papel de los "Yoes" en la Obra de Teatro

Los "yoes" desempeñan varios papeles fundamentales en la estructura y el impacto de la obra:

1.⁠ ⁠Visualizar lo Invisible: Su función principal es hacer visibles las emociones y los conflictos internos de Rico. En lugar de simplemente decir que Rico está triste o asustado, los "yoes" muestran físicamente esas emociones, permitiendo al público ver y sentir la transformación.

2.⁠ ⁠Crear Impacto Dramático: Intensifican el drama de cada escena. Cuando aparecen los "yoes" que se tapan los ojos o dan la espalda, la sensación de rechazo y aislamiento se multiplica y se vuelve palpable para la audiencia.

3.⁠ ⁠Ampliar la Voz de la Discriminación: En la escena de la crueldad, los "yoes" que lanzan insultos o realizan gestos de aversión no solo muestran la agresión que Rico sufre, sino que también simbolizan la omnipresencia de la discriminación. Se convierten en un coro visual y audible de prejuicios que lo persiguen.

4.⁠ ⁠Subrayar el Proceso de Autodescubrimiento: A medida que Rico avanza en su viaje, los "yoes" reflejan su evolución. En la escena de la sorpresa y la alegría, algunos "yoes" quizás sean los que se dejan llevar por el asombro y la danza, mostrando que, a pesar de las heridas, la esencia alegre de Rico persiste y se reafirma. Los "yoes" cambiantes del final (alto, flaco, con gafas o sin ellas) simbolizan la aceptación de su propia diversidad y la comprensión de que su identidad es fluida y rica.

5.⁠ ⁠Generar Empatía en el Público: Al ver a estos "yoes" manifestar las emociones de Rico, el público es invitado a sentir y comprender su sufrimiento y su alegría de una forma más visceral. Esto fomenta la empatía hacia las personas que enfrentan situaciones de discriminación.

6.⁠ ⁠Recurso Teatral Versátil: Desde el punto de vista escénico, los "yoes" permiten una gran flexibilidad. Son representados por otros actores que imitan los gestos y las emociones de Rico, o incluso a través de elementos visuales o sonoros que evoquen su presencia.

En resumen, los "yoes" son el corazón simbólico de la obra, son el brazo armado de la acción, actuando como un espejo que refleja la lucha interna y externa de Rico, y transformando sus sentimientos más íntimos en una experiencia teatral compartida y conmovedora. Son la clave para entender cómo Rico llega a abrazar todas sus facetas y a celebrar su singularidad al final de su viaje.

22/10/25

Lo siento 2ª, comienzan los ensayos. Manu Medina

DESCRIPCIÓN DE RICO, EL PERSONAJE CENTRAL.

Esta historia nos invita a un viaje personal y conmovedor, hacia el singular mundo de un títere. Si, si, un títere con discapacidad que, con cada movimiento de sus manos, nos enseña sobre otras maneras de estar en el mundo. La particularidad que lo hace único es un secreto que solo el público comparte: él sabe que es un títere, pero ignora por completo que vive tiene discapacidad.

Más allá de ser una simple historia, es el relato de la sonrisa constante de un ser casi único, impulsado por una curiosidad innata y una energía contagiosa. A través de los años, con cada relación con otros, cada mirada y cada experiencia, este títere irá desvelando las distintas maneras que tiene un ser de vivir. Nos mostrará cómo lo que pensamos de nosotros mismo y lo que los demás piensan de nosotros puede dar a equívocos, y cómo la verdadera esencia de un ser no reside en las etiquetas, sino en la riqueza de sus emociones, sus capacidades y su inquebrantable espíritu. Es el testimonio de cómo uno aprende a aceptarse a si mismo.

Nuestro entrañable amigo era la personificación de la alegría. Un "¡Hola! ¿Cómo estás?" efusivo brotaba de su boca sin esfuerzo, saludos que compartía con cualquiera, sin reservas. Viajaba por todas las emociones sin pudor, con tal libertad de ser. Sus amigos sabían instantáneamente su estado de ánimo con solo mirarlo. ¡Era inconfundible! Como si llevara un letrero luminoso en su sombrero, si, si porque siempre llevaba un bombín.Desde pequeño estaba acostumbrado a ser mirado, lo miraban paseando por el parque, lo miraban por la calle, a través de una ventana, lo miraban el autobús, lo miraban cuando corría, cuando dormía, siempre. En su inocencia, atribuyó esas miradas a su naturaleza amigable, a su encanto de casi "guapo" y a la sonrisa que siempre dibujaba. Nunca, nunca, nunca se lo cuestionó. Su vida temprana fue un remolino de contagiosa alegría.

Hasta que, en un fatídico día, mientras soplaba las 14 velas de su tarta de cumpleaños, un murmullo se apoderó del aire, ahogando el suave soplido. Bocas pequeñas y palabras entre dientes, como el graznido de una urraca, llenaron la estancia. Fue entonces cuando una revelación dolorosa lo golpeó: aquellas miradas no eran por ser simplemente un títere. Sin querer queriendo, entre el eco de aquellos cuchicheos, una palabra se filtró en su conciencia: "discapacitado".

Esa palabra, y otras similares, lo perseguirían incansablemente durante toda su vida. Empezó a cuestionarse si era diferente a los demás, o si, quizás, tenía "moscas en la cara". La gente que no lo conocía decía que no se parecía a nadie, que era raro, sus compañeros de clase le incriminaban que no sabía leer, ni escribir, ni manejar una bicicleta.

Llorando a moco tendido balbuceaba que, no sabía hacer esas cosas pero que, si sabía bailar, ¡Sabía mover los brazos y dar abrazos que curaban el alma! Sabía llorar con las manos abiertas, y alegrarse con la misma intensidad. Sabía acariciar, sabía comer, y hacer la cama, -esta era su especialidad-, sabía darle de comer a su perro, y cantar. Correr y soñar, e Incluso tenía el don de hacer reír y de conmoverse hasta la tristeza.

Nuestro títere tenía una habilidad verdaderamente asombrosa, algo que quizás nunca hayas visto: ¡la de multiplicarse! Sí, lo leíste bien. No es que se dividiera en varios títeres, sino que era una persona tan única y singular que tenía muchas maneras de ser.

Imagina esto: un día podía ser alto, otro gordito, o incluso flaco. A veces era guapo, otra guapa. Podía llevar gafas un día y al siguiente, no. Era, en esencia, un ser cambiante, lleno de muchos sentimientos y muchas emociones diferentes.

15/10/25

Lo siento, comienzan los ensayos. Manu Medina

Ya hemos comenzado los ensayos de "LO SIENTO" un espectáculo teatral realizado con personas con discapacidad, esta vez con la compañía ACTU, Asociación Cultural de Teatro Unificado. Compañía esta con más de 10 años de trayectoria, 

"LO SIENTO" es una obra teatral conmovedora y visualmente rica que narra la historia de Rico, un entrañable títere con discapacidad que, sin saberlo, se enfrenta a la discriminación. A través de sus vivencias, la obra explora el viaje de Rico desde la inocencia y la confusión ante el rechazo, la ira, el miedo y la tristeza, hasta el asombro y por fin, la alegría.

Con un equipo de más de 15 personas, incluyendo a intérpretes con discapacidades intelectuales, la obra utiliza el lenguaje corporal, la música y la poesía para guiar al público a lugares in imaginarios. Actores que cuentan palabras que parecen sin sentido pero que explican la obra entera, dan voz al mundo interior de Rico, y todo envuelto en movimientos y acciones que representan a través de sus cuerpos y sentimientos.

"LO SIENTO" trasciende la mera representación para convertirse en una guía escénica fundamental para la inteligencia emocional. A través de su narrativa cautivadora, la obra nos sumerge en el complejo universo de los sentimientos.

Este montaje teatral aborda con maestría temas esenciales como la identidad individual, la riqueza de la diversidad y el inmenso poder transformador de la alegría. Su clímax es un mensaje esperanzador y profundo.

Una obra familiar, que invitan a la reflexión de la importancia de la aceptación en todas sus formas. Es una experiencia que ilumina el alma y expande nuestra comprensión del ser humano.

El rechazo siembra en Rico la ira, una furia que rápidamente da paso al miedo paralizante, y este, a su vez, lo sumerge en una profunda tristeza. 

Sin embargo, la primavera trae consigo un giro inesperado: el asomo de unos pájaros que ve por su ventana, despierta en él una sorpresa que, poco a poco, se transforma en pura alegría. 

Seis escenas, una historia, y un montón de ganas.

5/10/25

La Traviata de Giuseppe Verdi, Manu Medina

COMPRA DE ENTRADAS
En estos días he comenzado los ensayos en la dirección de actores, de un nuevo proyecto, la opera, la Traviata de Giuseppe Verdi. enmarcada bajo el proyecto "Ópera Boutique" de CP&M producciones, esta original propuesta de "la Traviata" de Giuseppe Verdi, presenta una forma novedosa y especial de disfrutar de la opera.Donde el estreno se realizará el Jueves 23 de Octubre, a las 19:30 en Anantára Villa Padierna Palace

Se trata de una versión reducida y escenificada a través de las arias y duettos más conocidos protagonizados por los cuatro roles principales de la trama: Violetta Valery, Alfredo Germont, Giorgio Germont y Flora Bervoix, acompañados por la melodía del piano.

En una producción de una hora y diez minutos de duración, se extraen las partes principales de la partitura de Verdi para dar vida al mito de "La Traviata", teniendo especial protagonismo el entorno escogido para la representación, donde éste forma parte principal del atrezzo. De esta manera se sumerge al espectador en una experiencia diferente y única, uniendo la exquisitez de la música seleccionada con el enclave donde se desarrolla la escena.