REDES

12/6/25

8ª Confesiones NARCISISTAS de un director de teatro, por Manu Medina

Es muy fácil convencer al convencido 

Desde mi perspectiva, y a grandes rasgos, el panorama actual del teatro se centra en complacer a un público ya cautivo, a aquellos que asisten de forma habitual a las salas." Esta frase subraya una realidad operativa: muchas producciones y programaciones teatrales se orientan, consciente o inconscientemente, a satisfacer las expectativas de su audiencia fiel. Son los espectadores que conocen el lenguaje teatral, que ya aprecian sus códigos y que buscan la continuidad de una experiencia que les es familiar y gratificante. Este enfoque, aunque asegura una base de público, puede generar un ciclo endogámico donde el teatro habla, en gran medida, para sí mismo.

El problema radica en que, al enfocarse en esta base, "se desatiende a la inmensa mayoría de potenciales espectadores". Esta "inmensa mayoría" representa a individuos que, por diversas razones —desconocimiento, prejuicios sobre el teatro, falta de acceso o de modelos culturales—, "sencillamente, ignoran que la experiencia teatral podría despertar en ellos una profunda pasión, convirtiéndose en una fuente de asombro y conexión". No es que no les guste el teatro, sino que nunca han tenido la oportunidad de experimentar su "poder transformador. No saben que el teatro puede "enseñar a sentir, a pensar, a amar, a odiar" [Darío Fo], o que es una ventana a las pasiones, comportamientos, culturas, sensaciones, etc. del ser humano hacia sus semejantes. Han permanecido ajenos a esa "chispa del creāre", que el arte escénico puede encender en ellos.

La frase "Es muy fácil convencer al convencido" cobra un significado crítico. Invertir recursos y esfuerzos en atraer y complacer a quienes ya son asiduos al teatro es, en cierto modo, la vía de menor resistencia. Estos espectadores ya están "convertidos"; ya valoran el arte escénico. La verdadera labor de expansión y de cumplimiento de la "misión del teatro de interrogar a la sociedad" [Arthur Miller] no se logra simplemente consolidando lo que ya se tiene.

Esta realidad tiene varias implicaciones:

Limitación de la Relevancia Social: Si el teatro solo llega a los "ya cautivos", corre el riesgo de convertirse en una forma de arte de nicho, perdiendo la oportunidad de influir en conversaciones más amplias, de "interrogar" a segmentos más grandes de la sociedad o de reflejar la diversidad de experiencias humanas más allá de un círculo limitado.

Pérdida de Potencial Transformador: Hemos hablado del poder transformador del teatro, tanto en el espectador como en el intérprete. Este poder se diluye si solo se ejerce sobre quienes ya están predispuestos a la experiencia. Los individuos que más podrían beneficiarse de esa catarsis y liberación o de esa "expansión del horizonte mental, son precisamente los que no están siendo alcanzados.

Homogeneización y Riesgo de Estancamiento: La complacencia al público cautivo puede llevar a una oferta teatral homogénea, donde se replican fórmulas de éxito seguro y se desincentiva la experimentación o la audacia creativa. Esto, irónicamente, puede llevar al estancamiento personal y artístico, no solo para los creadores, sino para el arte teatral en su conjunto.

En esencia, la frase "Es muy fácil convencer al convencido" apunta a un desafío fundamental: cómo el teatro puede romper su propio círculo de confort para re-conectar con la curiosidad y la capacidad de asombro de una audiencia más vasta. Se trata de reconocer que la verdadera labor de "crear" una audiencia nueva es más ardua que simplemente "convencer al convencido", pero es indispensable para que el arte escénico cumpla su potencial de ser una "necesidad para la vida humana" [Ariane Mnouchkine] y no solo un lujo para unos pocos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario