Ser intenso me optimizó, sin quererlo, para vivir otras vidas sin tener que salir de la mía. Esa fue una cualidad que, con los años y con mucha disciplina, se convertiría en un puente sólido hacia mis personajes, conectándome con sus verdades más íntimas y profundas. Al mismo tiempo, mi imaginación, que a veces me distanciaba del entorno hostil en el que vivía, también me acercaba cada vez más al sueño del teatro. Era un universo en sí mismo; creaba historias y mundos en mi mente con una facilidad que, en retrospectiva, podría parecer casi obsesiva. Esa constante, esa intensa búsqueda de un refugio en la ficción, fue el primer acto de mi carrera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario